Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas -¿Después? ... ¿No quiere usted seguir, señora Mar· ta Hoppe? Bien; le iré yo apuntando los hechos ... Des- pués, sus manos empezaron a entrelazarse con la suavi- dad de una yedra al tronco de una palmera; con la violen· ta impetuosidad de las selváticas lianas, más tarde. Poco a poco han ido avanzando ustedes hasta la ventana que da sobre el jardín. Usted, bajo la ducha cromada de un rayo lunar, adquiere la apariencia de una diosa irreal. Sus bra- zos desnudos son dos vellones de nube desgajándose lán- guidamente de los hombros. Su cabellera condensa todos los nácares que destila la luna. Por la ventana verde y sin fondo de sus ojos pasan, chispeando, lívidas centellas de deseo. La fiebre quema sus labios. Cantan las alondras del deseo su canción indefinible a lo largo de sus arterias azuladas ••• Julio Ripolte, bajo la luz de la luna, es también una increíble estilización del amor. Por su cráneo, por sus sienes, por su pulso trepida una galopada de potros sal- vajes ... Y, junto a ustedes, la noche continúa peinando las blondas hebras del ensueño. El aire tiene suavidades de ra- so. Abajo, en el jardín, se inicia el diálogo de madrigales, eterno, entre los capullos de las flores que se abrirán con la aurora. Los almendros tardíos tejen sus blancos velos nupciales para desposarse con el primer rayo de sol que aTance -caballero áureo- sobre la tierra. Una gardenia esponja sus encerados pétalos para beberse lentamente la caricia del rocfo•..• (Ruego a los oyentes no contagiarse de esa sonrisa '

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