Playas de vidas: novelas cortas

Playa dé Vidas 39 Un timbrazo: máquina avante. Y tú, pegada a la proa, pareces imprimir aún más violencia al barco con tu de- seo distendido de llegar. Toca ya mi transatlántico el muelle. Y tus ojos se dilatan en una ansia por captar una imagen, tu nariz por aspirar un perfume conocido, tu of- do por escuchar una voz. Dos: máquina atrás. Y toda tú te rebelas contra el impulso del retroceso. Taconeas nerviosamente sobre cu- bierta como si tus pisadas pudieran llegar hasta el fondo, hasta las máquinas, hasta donde sólo llegan mis timbra" zos de mando, mis órdenes estrictas de capitán. N6, no vuelvas tus ojos airados hacia mi alta cabina. O si quieres . . . , vuélvelos para que veas en los míos lo que me cuesta dejarte . . . Para que comprendas la causa de estos avances y de estos retrocesos. Mira mis ojos -gé- lida Estrella Polar de mis noches futuras- y lee en ellos lo que se sufre al dejar la vida. Conscientemente. ¡Matemá- ticamente! ¿Ves aquel grupo de gente que se apifía en el muelle? ¿Entre quién de ellos estará tu corazón? ¿Hacia qué bra- zos, de los muchos que agitan sus pa:fíuelos en el aire, se tenderá tu cuello arqueado? ¿Qué boca esperará tu boca en la ribera? Pero estás en mi poder. Me perteneces todavía. Yo soy aún el dueño de tus rutas. Soy el capitán. Puedo mo- ver la manivela y torcer el timón hacia una estrella ig- nota, hacia un rumbo sin fin. Puedo convertirme en un pirata que roba tesoros de Vida ... Puedo provocar un hundimiento que ahogue tu felicidad y mi tragedia. .

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