Playas de vidas: novelas cortas

Aparecía diariamente todos los amaneceres por la parte E.ste de la ·ciudad. Con la misma cara invariable ___.fresca, limpia, alegre-. Con el mismo vestido -largo, acorsetado, ridículo, al margen de toda evolución modis- teril-. Con el mismo peinado --alto, ahuecado, modelo principios de sigl0-. Con el mismo manojo de flores blan- cas en la mano. Se hubiera podido llamar a esta mujer "el fantasma blanco de la aurora", como a otras mujeres se les llama "los fantasmas negros de la noche"• . Nadie sabía dónde ni cuándo lavaba su único vesti· do, ni en qué espejo -de cristal o acuático- se peina- ba; pero sus ropas iban siempre flamantes. Su pelo era también cu:Ldado, brillante, terso. Se le sa1bía vagabunda y bohemia; pero su figura tenía algo de señorial y aris- tocrática. Nadie había averiguado tampoco dónde -Y tan tem- prano- :cortaiba las flores inmaculadas de su manojo pe- renne. ¿Conocería alguna pradera lejana en la que un rayo de luna artificial hiciese brotar albas rosas falsifi- cadas? t.Las producía ella misma al conjuro de algún ra- ro sortilegio ·rezado al despuntar el día? ¿Las robaba en los mericados o en las alquerías próximas? Era éste un misterio tan pequeño, tan pequeño, que al mundo -tan.

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