Playas de vidas: novelas cortas

Sf, te veo, estrella. Y a U también. Y a vosotras -¡lu- minosas constelaciones que llenáis de iridiscentes fulgores el negro palio del cielo!-. Os conozco, aunque juguéis cada . noche a un nuevo escondite, pretendiendo desorientar- me. Tú, Gran Cruz del Sur, "pendentif" colgado en el cue- llo del infinito, que acabas de hundirte en un horizonte; y tú, Estrella Polar, deslumbrador "solitario" puesto en el indice de los Destinos, que surges, en el otro, pálida como el resplandor del hielo. Estrella fria, como la sere- nidad, rígida como la justicia, estrella de la exactitud que haces converger en tí, a un tiempo mismo, miles de agu- jas imantadas de atención. Para mi íntima aristocracia. valen más vuestras ruti- lantes facetas que el medallón de oro de la luna. A ésta la cuelgo del bolsillo de mi chaleco; a vosotras os pren- do de mi corbata y os ciño a mis dedos como a una carne amada. Sois las únicas alhajas dignas -de mi cofre de los sue:fí.os . Sí; te veo, Estrella'.. Y a tí también. Y a vosotras -¡oh, fulgentes constelaciones!-. Pero ahora no quiero miraros, no quiero recrearme con vuestras intensas luminosidades. Porque en mi cielo ha aparecido una nueva estrella ignota y recién nacida. Y aunque está bajo mis plantas, aunque a.ún no ha ascendido hasta mis cielos, brilla más que vo-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx