Playas de vidas: novelas cortas

Rosa Arclniega ¿Es una ·alucinación? . . . No; es mi ange1 de las al- turas, mi hombre perfecto. Afluye de nuevo toda la luz a mis retinas, toda la viida a mis dedos. Vuelan raudos des- de un teclado a unas alas.... ¡Hoy, sí! Hoy le diré .... . . . . ¿Eh? ¿Oómo? ¡Otra cara junto a su cara! ¡Otro 'hombro contra su hombro! Otro brazo sobre su brazo. . . . ¡¡Y otros ojos en sus ojos!! Desfallece mi voz: -¿Dijo usted? .._.Dos de veintkinco. Se hace el vacío en mi fr·ente; el vacío también en m!s venas; el vacío en mis centros vitales. . . . Pero mis de-_ dos obedecen automáticos, precisos. Dos billetes. Una ma- no al recibirlos.. .. ¡La suya! ¡La de ella! ¡Blanca ma- no! Y, en la mía, estas monedas que tú me dejas Sin mi- rarme -iOh, angel mío, ya de sombras!- Pero no importa. Déjame al menos que te siga desd'= este marco de prisiones en que está encuadrado mi busto. Déjame que vea perderse, peldaño a peldaño, esa sonrisa que hasta hoy hizo brotar soles radiantes ·en esta mi no- che sempiterna de abismo. Déjame.... . . . . .. .. . . .. .. . ... ... ... ... . .. ... ... ... ... Pero hay aquí, a mis puertas, otro tropel de fugiti- vos: sangre hirviente para estas voraiees arterias de la ur· be....

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