Playas de vidas: novelas cortas

-Un billete de quince.... ~Uno de diez..... Las puntas de mis dedos ordenan una triple operación meicántca que es, al ¡punto, ejecutada por la caja registra- dora. Apoyo el índice en la tecla número 1, el anular en la 10. Luego, otra vez en la sucia moneda que cae en este pedestal de Mammón, deS1gastada por los besos del dinero. -Otro de diez, señorita.... Este también va cerea. A dos o tres estaciones de dis- tancia solamente. Una ,pequeña inmersión subterránea... Apenas un tanteo su'beptdérmico.... Nada; sa1drá con las manos vaicías, imposibilitado, en tan breve tiempo, de rlegar hasta el fondo y escarbar, a degas, entre los pi· cudos guijarrillos del abismo. Según mi sencillo sis 1 tama de ·catalogación, delbe de ser un deportista. Me lo revelan sus rotundas pisadas, su car a coloradota, sus ingenuos ojos grises, heiclhos a mirar paisajes. No me interesa. No es más que un hombre incomple- to. Domina maravillosamente la superficie, basado en sus cursos prácticos de topografía esportiva; conocerá palmo a palmo el panorama urbano !hasta en su menor ondula- .ci6n, en sus más imperce¡ptibles sinuosidades, en sus rec- tas más airosas. Pero, al des 1 cender aquí, marcha desorien- tado; se detiene, como un paleto abobado, ante cada fn-

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