Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 203 liera corriendo, como ayer, a través de los pasillos, en busca de mi puesto eterno; por si, bajo el ardor de mi pe- sadilla, inconscientemente me lanzara a la conquista de mi torno, de mi buzón de vidas. De esa puerta misteriosa que, magnéticamente, me atrae como el abismo. Sor Agueda y sor Jesús están aquí, sirviéndome de carceleras, cuidándome, atisbando, queriendo descifrar la incoherencia de mis palabras, de mis gestos. Siguiendo el curso de mi temperatura, más alta a cada minuto. Pero también yo me espío. También yo lucho y ba- tallo por no perder mi conciencia. Porque, en el delirio de la fiebre, tengo miedo a descubririme: tengo miedo de re- velar mi secreto; tengo miedo a mis palabras; tengo miedo de gritar: "¡Dejadme, hermanas, dejadme; dejadme correr a mi puesto; permitidme ir a mi torno, por si acaso hoy -ihoy, al fin!-, viera llegar a aquel hijo mío de mi san- gre, de mi amor, de mi entrañas -¡vida de la vida mía!- que un día se me perdió por él para siempre!" ...

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