Playas de vidas: novelas cortas

XIV Nue"as Imágenes. Nue"Yos asuntos" • • -César Vallejo, que era un atormentado de lo lnMito -o, acaso más propiamente, un espfrltu Ando de expre. sarse con voz de actualidad, acordada a los oídos del si· glo-- sabía muy bien lo que demandaba al formular estos "mandamientos" estéticos ante los jóvenes seguidores de las modernas doctrinas artísticas. Y otro escritor --este hispano-- Benjamín Jarnés, conocía también perfectamente el valor de sus lamentacio- nes, cuando advirtió que la gran dificultad del novelista estrlbaba en que las materias primas que había de em• plear para sus construcciones consistiesen, no en alqulmís- tlcos elementos como los que manipulaban los magos de la Edad Media o, siquiera, en mármoles, notas, colores, como los que emplean el escultor, el músico, el pintor, sino, sen· cillamente -¡difícilmente!- en palabras; en palabras que cualquier necio embadurnador de cuartillas cree te· ner a su alcance; en palabras -brillantes unas, vulgares otras- que suenan en la más trivial conversación, que se expresan sin sentido en una frívola charla, que sirven -grandeza y miseria de la argamasa con que ha de edi· ficar el novelista- hasta para confeccionar la melopea epistolar de los negocios industriales. ¡Qué terrible cosa esa de qu~ una pureza rilkeana, por ejemplo, tenga que venir a buscar materiales, para exteriorizar sus casi intraducibles abstracciones sensiti· Tas, a la misma cantera idiomática de que se sirven el bolsista y el corredor de comercio!

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