Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 119 Una tienda de sórdido aspecto. "Compra y venta de objetos". Unos ojos inquisitivos, avisores, exactamente ma- temáticos. -No puedo darle por esto más de lo que le he ofre- cido. Las ventas están hoy muy mal. -Bien; deme usted lo que sea. Luego, otra vez las calles de la ciudad. Una ruta que me era familiar: el camino del periódico que, feliz, reco- rrí tantas veces. Y un umbral que, ahora, me rechaza, me repele, me hace volver atrás. ¿Por qué? Pero aquella cuna que me espera y ésta única mone- da en mis manos pueden más que todas mis íntimas rebel- días. Dejo caer el velo de mi maltrecho sombrero sobre mi cara; la escondo en una absoluta humillación de mis ojos... ;Adelante! Aquí, en mi antigua Bolsa de Valores Humanos. En la Lonja de Tragedias de mi antigua ventanilla de anun- cios, ya servida por otra sacerdotisa insensibilizada y. a- n6nima. Le alarga mi mano un trocito de papel. Desfallece mi voz: -Dos inserciones seguidas en la sección de "Varios". -Bien; "Señorita joven, seria, desea protección caba- llero formal".... Seis, ocho.... once palabras. 2,80, se- ñorita.

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