La novela moderna : estudio filosófico

-12- A la cabeza de esa escuela está Emilia Pardo ·Ba.. zán; ella con el senthniento · estético propio de su sexo, y su espíritu de filósofa y pensadora, contribui– rá á esa gran labor literaria. Sus novelas hoy, si bieo son mo<lelos de belleza de estilo, y también de naturali– dad, tanto en los hechos como en los caracteres; care– cen de ese algo indefinible, inexplicable, que hace pal– ·pitar las páginas del libro, como si las animara el al– ma, la vida toda de esos seres, que no por ser imagina– rios. pueden dejar de poseer todas las condiciones de vida que el arte presta á sus creaciones; eso que en– contramos en Daudet, Guy de Monpasant y Mirveau. D. Juan Valera · que ha escrito un libro entero para impugnar la doctrina naturalista, es autor de Pepita Ji– ménez, con la cual puede presentarse como realista de buena ley. Las ficciones románticas se imponían aun ~á los más poderosos génios de Europa, cuando en España hubo una mujer que dijo: '·La novela no se inventa, se ob– serva" y ella, Fernán Caballero, escribió novelas que, aun careciendo de la observación filosófica que real– za á las de Balzac; son realistas por haber fotografia– do las costumbres españolas. Al juzgará esta novelista, la escritora española Con– cepción Gimeno, con elevado criterio dice: Triunfó de todos los novelistas españoles de su época, porque su divisa fué verdad, sencillez y moralidad. Fernán Ca– ballero, creó la novela de costumbres; pues antes de aparecer la autora de la Gaviota, la novela se impor- taba del extranjero. · Y ya que de novela española se trata, no dejare de mencionar la que acaba de aparecer en Madrid, y que llega á Lima, precidida de encomiásticos juicios, debi– dos á los primeros escritores españoles. Pequeñeces, este es su título, es una novela social de primera órden, y su autor, el padre jesuita Luis Colo– ma, un maestro del realismo culto y digno de imi– tarse. Un detalle importante, y que nos manifiesta hasta qué extremo el escritor realista, está precisado á co– piar. la verdad, aun sacrificando sus propias ~onvenien– cias y convicciones; los personajes de Pequñeces, son en su mayor parte, inmorales y perversos; y no obstan– te, el padre jesuita, no ha tenido reparos en presentar– los educt11dos y dirigidos en su prin1era edad, por pro -

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