Mi Manuel

- 81- las escaramuzas con la escuadra chilena en el mar, la que por vengarse, hundía buques pesqueros, víctimas indefensas, en las que cebaban su crueldad, furiosos se ponían ·de las burlas que les hacían los buques de la escuadra peruana al escurrirse de los puertos bloqueados, reapareciendo donde menos. los espe- raban, siendo la maña la única arma que nos quedaba, ante la su- perioridad del enemigo. Además los ingleses favorecían a los. chilenos, recordando aquella hazaña en que habían sido humillados por el Huáscar al sublevarse Piérola contra Prado. "Dios tarda pero no olvida" dice el refrán, en eso los ingleses probaron parecerse mucho a Dios; nos la cobraron y con creces, avisando a los chilenos don- de se encontraban los buques peruanos, facilitándoles el trabajo de perseguirlos. Hasta que al fin el 8 de Octubre, en Punta An- gamos fué tomado el Huáscar y vencido, el que entonces en el Perú, encarnaba el "Alma Nacional", el valeroso Grau: Su glo- ria sobreviviendo a sí mismo. También se habían precipitado otros acontecimientos ines- perados: la salida de Prado para Europa a "comprar buques"; la forzada renuncia del General La Puerta, quien como primer vice-Presidente lo había reemplazado. En fin el asalto de Piérola al poder, el que sin ser militar, tuvo la osadía de tomar sobre sí, la responsabilidad de continuar la guerra. A pesar de haberse sucedido todos esos trastornos con sus respectivas balas y muerte de algunos infelices, nosotros había- mos continuado nuestras labores estudiantiles, llegando como siempre al final del año, la época de los exámenes. Por fin esta vez me presenté a recibir mi diploma de se- gundo grado. El presidente de la Comisión de examinadores, mandado por la Municipalidad de Lima era el Dr. don Ricardo Ortiz de Zevallos . Al leer mi apellido francés en la lista, quiso él mismo interrogarme, sin duda para lucir ante los demás su correcto francés. Fué de lo más amable conmigo, pareciéndome más estar en un salón que en el banquillo de un examen esco- lar: Me puso las más altas notas, felicitándome al final. Ya tranquila después de haber salido de los apuros del exa- men, pensaba descansar, cuando de improviso se me presentó la sub-directora del colegio, la madre Gasparina diciéndome que iban a dar una comedia para el día de los premios y que me habían escogido para desempeñar el primer papel; una tragedia

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