Mi Manuel
- 63 - y los huesos de las frutas que comíamos y muchas empezaron a brotar, desde capulíes hasta dátiles, en un desorden que daba aspecto de jardín de locas, a nuestro pequeño almácigo na- ciente. Luego compramos semillas de flores: alelíes, pensamientos, claveles: de todo hubo un poco. Desde el primer recreo a las ocho, corríamos a constatar lo que había crecido durante la noche, lo regáb~mos y satisfechas esperábamos el recreo de las doce, para venirlo a cuidar nue- vamente. Oreo que se me suavizó el humor batallador, en medio de ese lenitivo ambiente de las flores, desdeñando a ratos contestar a mis camorristas compañeras. Hasta me hicieron "Hija de María", colmando los deseos de mi madrina que lo era desde años antes. Mi papá seguía viniendo todos los domingos, ahora acom- pañado de Desprecio, que metía alboroto en el salón con sus ladridos y demás señales de alegría al llegar. A las madres les hacía gracia la visita, siendo yo la única niña a quien venía a ver su perro. "¡Hasta perro tiene la gabacha!" murmuraban algunas en- vidiosas, celosas de las "preferencias" que me consentían. Así pasó el año 1877, transcurriendo en esa aparente paz conventual, en medio de la que realmente bullen todas las pasio- nes, como en el resto del mundo. Llegaron los premios, me saqué los de Historia Natural, de Geografía y de Gramática castellana, con gran asombro de mi papá, este último. Representamos una comedia en francés, en que yo perso- nificaba la "Religión". Vestía de blanco con un manto de tul muy largo, sembrado de estrellas doradas; en la cabeza una co- rona de papel dorado también, encima de mi pelo suelto. Con un cetro en la mano, entraba diciendo: "Je suis la Religión sainte", etc., etc.... En realidad me sería imposible óitar más palabras; son las únicas que recuerdo. Al final me besó la ma- dre Prelada. rroda la concurrencia me aplaudió, resonando muy grato a mi,s oídos, ese pequeño triunfo ... merecido. En estas vacaciones volví a gozar de nuevo de mi libertad, yendo otra vez a visitar a Margarita, como se lo había prometi- do, recibiéndome todas ellas, con el cariño de verdaderas her ..
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