Mi Manuel

- 62 - Belén constaba de dos grandes patios cada uno rodeado de cuatro anchos corredores, antiguos claustros del convento. Al primer patio daban los comedores de las diferentes secciones. y al salón de recibo. Una reja separaba el jardín del medio, don- de majestuosos paltos daban su sombra, mientras que jazmines y heliotropos embalsamaban el aire. Ocupaba el centro una glo- rieta en que vivían en perfecta unión venados y pavos reales. Al segundo patio daban todas las clases y en sus cuatro corredores era donde nos dejaban jugar en libertad. En el medio de ese patio, bajo ramadas de parras, se pasea- ba la madre que nos cuidaba, durante los recreos, vigilando el rebaño puesto bajo su amparo. Yo había crecido bastante durante las vacaciones, "dado un estirón" como constataron las madres al llegar y les pedí por favor me admitiesen en la sección de las grandes, para estar con Margarita durante los recreos. Allí me junté no sólo con ella, sino con sus otras amigas María Luisa Montes y María Luisa Mendívil. A ratos, yo deses- peraba a mi pobre madrina, dando carreras desaforadas, vol- viendo después muy formal a andar tranquilamente al lado de ella. En medio de ese patio donde jugábamos tenía su jardín la madre Amica, la más instruída de todas las monjas, que sólo en- señaba a las de la primera clase. Debía haber sido muy bonita según los honrosos vestigios que aun conservaba. Bretona, enér- gica y altiva inspiraba mucho respeto, casi miedo, a las que la veíamos pasar. En clase, el curso de mi preferencia era la Historia Natu- ral, sobre todo la botánica, sin duda despertada con mis prime- ros ensayos en los bosques de Francia, en mis grandes paseos con mi hermano, recolectando plantas para su herbario. La ma- dre Alodia, nuestra maestra del pensionado, sabiendo mis afi- ciones, me permitió tener un jardín regalándome un metro de terreno, favor sin igual y a la verdad nunca codiciado, por nin- guna otra alumna. . Mi jardín colindaba con el de la madre Amica con la que hice muy pronto buena amistad, dándome sabios consejos para sembrar y a menudo regalándome plantas. Junto con Margarita, de iguales marcadas aficiones, lo em- pezamos a cultivar. Al principio sembrábamos todas las pepas

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