Mi Manuel

- 57- Margarita no había exagerado nada, al referirme sus hazañas parisinas. Tanto habló, que hasta se atoró, lo que le sirvió de nuevo tema, para otra larga disertación. A la mitad de la comida llegó la tía Isabel, se acercó a dar- le un abrazo a .su hermano y a felicitarlo. ¿"Es Adriana ?" pre- guntó no má~ al verme, por lo que comprendí que también me conocía y acariciándome la cabeza, sin p ermitir que me levan- tara ... Era muy parecida a su h ermano Manuel, así de grandes ojos azules de mirada pr ofunda, de nariz muy afilada y recta, de barba enérgica. Ese día no conocí al papá Domingo ni a Joaquín, ambos ausentes aquella tarde. · Terminada la comida don Manuel propuso llevarnos a los "Cuadros Plásticos ~ '; era un museo de personajes de cera recién traído a Lima, que constituía la novedad del día. Partimos: Margarita, Julia. Sara, la señora Pepa y el tío Manuel. Llegamos a la calle de Lampa, en una antigua casa don- de los habían instalado. Allí estaban presentados de tamaño natural personajes históricos y celebridades criminales en las más prominentes escenas de su vida: Luis XVI en su prisiónr María Antonieta subiendo al cadalso, Tropmann y sus víctimas del que aun me acordaba, etc., etc. A todos nos interesó; Mar- garita. no más extrañó al tío Francisco, para que nos sirviera de "cicerone' '. Yo no, lo juzgué muy "latero". Salimos y me acom- pañaron todos hasta mi casa, sin aceptar subir como les ofrecí ,. por la hora avanzada y me despedí. Así terminó este día que iba a ser la base' de toda mi vida , pues más tarde, me aseguró Manuel que desde el momento en que me había conocido había sentido nacer la chispa que más tarde había iluminado su corazón. -No sé si pasó igual en mí. Yo era entonces una chiquilla que aun no podía discernir las cosas del amor. "Algo me dicen tus ojos", "Más lo que dicen no sé ... " ¡Tal vez adivinaron mis ojos lo que no supo descifrar m i inocente corazón!

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