Mi Manuel

- 45 - como nos había dicho don Faustino desde a bordo: Felizcar, de quince años, muy bonita, toda una señorita casadera; María Ester, de mi misma edad, con la que más simpaticé desde el pri- mer día; Laurita de ocho años; Francisco de tres y Carmencita la más pequeña, que apenas empezaba a andar. Muy cariñosas fueron todas conmigo; al acabar de conier fuimos a jugar por todos los salones y corr.edores de la inmen- sa casa ..Hasta gracia les hacía que no les entendiera lo que me decían, encontrándonos de acuerdo en correr y reir, u nidas to- das en una misma alegría e igual simpatía de juventud. Días después, vino a vernos don Joaquín Delgado, convi- dándonos a conocer a su familia que vivía en la calle do Lampa. El era soltero y todos s~s parientes personas, mayores, de mane- ra que no intimé con ninguna de ellas. También volvimos a vernos con la familia Laurie que vi- vía en la calle de Ortiz, reanudándose nuestros juegos de a bor- do, aumentado con María Rosa Rolando, de mi misma, edad, hermana de la señora Rosalía Laurie y tía de los muchachos. Pasamos las primeras semanas muy entretenidos en cono- cer Lima, visitando sus iglesias que son muchas y de puro es- tilo español; sus jardines públicos: el de la Exposición, el Bo- tánico. La Plaza de Acho, donde dan las corridas de toros; los baños de la Piedra Lisa, etc., lugares típicos, los unos por su sello colonial, los otros pudiendo competir con los de cualquier ciudad europea. Además nos estábamos intimando con las costumbres loca- les, comprendiendo que nadie podía vivir en el Perú, sin preocu- parse de la política interna, siendo el eje mismo de la vida, de la que depende la alta y baja de la fortuna de la mayor parte de sus habitantes. Así desde el primer día de nuestra llegada, tuvimos que in- teresarnos en los acontecimientos políticos, por la amistad que nos unía a don Faustino, cuya suerte dependía de sus fluctua- ciones. El siendo secretario de don Enrique Meiggs, contratista del ferrocarril Central del Perú, tenía que estar al lado del go- bierno que le pagaba y sostenía. A las pocas semanas de nuestra llegada, don "Enrique" co- mo simplemente le decían sus amigos de confianza, dió una gran fiesta en su hacienda "Villegas" a la que fuimos invitados por don Faustino, considerado como de la casa.

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