Mi Manuel
-44- Llegamos a Lima a la estación del ferrocarril inglés, plaza de la Micheo; bastante alegres y bien iluminadas, nos parecie- ron las calles a esa hora de la tarde. Tomamos un coche que nos llevó al cercano "Hotel de Europa, -tenido por franceses" ' nos dij o don Faustino, para ahorrarnos los primeros fastidios éd no .saber hablar español. Recuerdo que era un sábado y al llegar, nos avisaron que al otro día, no podríamos salir a la calle, por ser de elecciones y no exponernos a recibir las balas de los partidarios de Prado 0 de Montero, como se llamaban los dos candidatos en di sputar- se la elección, para la presidencia de la República. A mi papá le encantó haber llegado a ti empo, para asistir a ese espectáculo tan nuevo para él, de elecciones en América del Sur. Desde los balcones de nuestro departamento que hacía esquina con la calle de "Espaderos" y la de Jesús Nazareno, pudo gozar de la típica lucha, viendo llegar desde lejos , grupos de hombres a caballo, que descargaban sus revólveres , gritan- do: Viva Prado! contra otros que respondían: Viva Montero! Felizmente no hubo ningún muerto delante de nosotros. Sin embargo yo me asustaba bastante al oír esos tiros y le rogaba a mi papá que se retirara del balcón; felizmente igual consejo le dieron los dueños del hotel, al que accedió, muy a "contre coeur". Desde ese primer día le fué muy simpático a mi papá, este pueblo que defendía tan valerosamente sus preferencias políti- cas, aunque le pareció algo "brusca" la manera de adueñarse · de las "mesas electorales" que habían puesto en la Plazuela de la Merced frente a nuestro hotel, para recibir los vo tos del pue- blo. Tres días duraron las elecciones con sus griterías, asaltos y tiroteos respectivos por ambos lados, quedando vencedores los partidarios de don Mariano Ignacio Prado, quien iba a ser ele- gido Presidente Constitucional de la República Peruana, suce- diendo a don Manuel Pardo. Vuelta la tranquilidad después de esos días de agitación, vi- no a vernos· don Faustino y a convidarnos a comer a su casa para presentarnos a su familia que vivía en la calle del Espíritu Santo. Muy bien recibidos y agasajados fuimos por esta familia; la bondadosa señora, madre de cuatro hijas y de un "hombre",
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