Mi Manuel
~- 454 - Todo pasa con el tiempo y poco a poco olvidé la mala im- presión de sus versos, al encontrar a Manuel siempre igual en su cariño. Y hasta a escondidas, otra vez los volví a leer ' admirando esas frases que re:s.onaban en mi corazón como tris- tísimos toques de agonía, sintiéndolo vibrar a él mismo al re- petirlos. ¡Pobre poeta! ... , por entero se, daba al expresar sus pensamientos, los bien llamados "rrrozos de Vida" como él mismo lo,s, tituló. SiempN} le escribíamos a Alfredo y con la misma exacti- tud nos contestaba, siendo de alegría el día que recibíamos sus cartas. Qué gusto saberlo contento, encantado de vivir en ese medio selecto que en todas partes forma ,el núcleo diplomático; sobre todo me agradecía no haberle dejado olvidar el francés ' nota indispensable para figurar· entre ellos. Nos contaba S·er cultas y simpáticas las argentinas, muy superior.es en su trato y mejor educadas que los del ·sexo feo; apreciación que no nos sorprendió de su parte ... Al ·s-er nombrado "Encargado de Negocios", Alfredo obtu- vo muy buen recibimiento de los peruano:s 1 residentes en Bue- nos Aires. "La Colonia Peruana" como se titulaban, era muy numerosa y acogieron con cariño al novel diplomático. Uno de 'f;.llos, presidente de la Sociedad de Beneficencia, don Santia- go Rey y Basadre reconoció en Alfredo al nieto del amigo de su padre, en casa del que había vivido durante años: don Francisco González de Prada siendo su apoderado y el mismo Manuel su padrino. Tuvo a honra agasajar a Alfredo y darle muestras de afectuosa 1 simpatía, recordando 1 sobr.e- todo los mjmos y engreimientos de la mamá Chabela, bisabuela de Al- fredo, en cuyos brazos se idormía en las noches, siendo niño. Efectivamente, .al escribirnos Alfr.edo y contarnos de ese encuentro, Manuel recordó de la gran amistad de su padre con la familia Rey y Risco residente en Tacna y del niño ·entonces de 1seis años que por largo tiempo había vivido con ellos en Lima. Hasta recordó una anécdota que a mi vez le escribí a Al- fredo como prueba de que Manuel tampoco había olvidado a su ahijado. Estando una noche la familia en el teatro junto con el niño, en una escena del drama, entraba el asesino cu- chillo en man o a matar a la presunta víctima. dormida. El chjquillo ante la expectativa, turbando el profundo silencio de
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