Mi Manuel

- 450 - como "Encargado de Negocios", quedándos.e aún por algún tiempo el resto de la fiamilia en Bueno1s, Aires. Por parte nos agradó la noticia por ser un verdadero as- censo en la carrera de Alfredo, pero también nos apenó el ale- jamiento del doctor Durand, por haber sido :Siempre un jefe leal, afectuoso con él y más que todo un buen amigo. Apenas llegó a Lima el doctor Durand, nos vino a visitar ' trayéndonos ·el abrazo que con él nos mandaba Alfredo. Muy alabanciosas fueron sus palabras bañándome en agua de ro- sas al escucharlas. Queriendo corresponder ~ ·su amabilidad lo convidamos a comer, junto con .su distraído hermano Juan que también ha- bía vuelto varias veces a visitarnos, después de aquella en que nos trajo el singular "recuerdo!' de Alfredo, riéndose él mis- mo de su desatino. También sabiendo la gran a.mistad que unía al doctor Durand con el doctor Flores., le rogamos nos. acom- pañara, lo mismo a don Glicerio Tassara, Director de "La Pren- sa", nuestro común amigo. Fué una agradable noche la que pasamos reunidos contán- donos don Augusto de las maravillas de Buenos Aires y del famoso ferro carril que atraviesa los Andes en medio de nieves eternas. Varias veces n01s vino aún a visitar, hasta que nos anun- ció el próximo regreso de su familia. Verdadera pena me dió la noticia, con la perspectiva de que Alfredo se quedaría definitivamente solo allá, privado de ese cariño de hogar reemplazando el propio y que tan cordial- mente le había brindado toda la familia Durand. Llegó el 6 de Enero la simpática y clásica fecha del cum- pleaños de· Manuel, de doble y eterno recuerdo nue·stro. Antes del almuerzo, Manuel tranquilamente extendido -en la "chaise longue" de nue!Stro dormitorio, conversaba a ratos conmigo, mientras yo a dos prusos de él, le escribía a Alfredo y me interrumpía a ratos para hablarle también. De repente ya callado le ví abrir desmesuradamente los ojos, con expresión de angustia y luego los cerró sin decir palabra. Espantada me quedé sin voz ni fuerza para levantarme, hasta que al rato le ví de nuevo abrirlos tranquilamente sin manifestar ninguna extrañeza.

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