Mi Manuel

- 449 - en lugar de molestarse la gente se reía, haciéndoles gracia que el perro exteriorizar a sus impr,e:siones. Al 1salir hasta nos sa-- ludaban "les habitués", por vernos todos los días. Recuerdo que una noche en el patio de casa, los dos con- templando el cielo estrellado, yo repitiendo la frase de Lutero a su amada: -"¡ Hermo!s.o cielo, donde ni tú ni yo, entrare- mos!" ... -"¡No seas buena, me contestó Manuel abrazándo- me, si hay cielo allí iremos los dos, la buena fe ·es la única que salva!" ... Llegó el 11 de Septiembre de 1917, en que cumplíamos treinta años de matrimonio. Me· rogó Manuel que no invitara a nadie y entre los dos solos recordáramos "las dulce¡g1 horas de ,ayer". . . Accedí a su deseo y nadie vino a turbar nuestra íntima soledad. Le obsequié entonces un estilógrafo y él lo estrenó, escri- biendo estas palabras: "¡ 30 años!, me han pa- r ecido 30 segundos porque has sabido hacerme feliz; y la felicidad, aunque dure mil años, nos parece siempr·e un minuto' '. Setiembre, 11 de 1917. Manuel. Agradecida lo besé, como sellando la consagración del más valioso regalo que me pudiese. dar, guar.dando el precioso papel como una reliquia que aun conservo. Terminado el año 1917, ya pronto empezarían a preparar sus armas los pretendientes presidenci,ales para las elecciones del año siguiente. El doctor Durand continuaba de Ministro ·en la Argentina, pero eran otras sus ambiciones y juzgó llegado el momento de regr,e,sar a Lima para dirigir personalmente su campafia elec- toral. Durante su ausencia Alfredo continuaría en su lugar

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