Mi Manuel

-444- nuando el juego de toda su vida, en la completa falta de serie- dad p·aternal, con que lo había tratado siempre. Yo por el contrario, dándole consejos de que se cuidase, en mi perpetuo temor a sus disparates. Luego le contaba de nuestra v1da, lo mucho que lo extrañábamos, de sus1 amigo~ que venían a preguntarnos por él: bien apuñuscadita mi letra para que cupiese todo lo desbordante· de mi inmenso cariño. Hasta. tontas le parecerían mis pobres cartas, en mi único afán de repetirle que se cuidase, temiendo se fuese a enf.ermar allá, lejos de nosotros. Pronto había llegado el 16 de octubre que por primera vez pa:saría lejos de nosotros: recordando todos los años atrás en esa misma fecha en que desde niño lo hahfo~mos festejado, re.- galándole juguetes y unas cuantas libras, para que se diese el placer de comprarse lo que se. le antojara. Recuerdo que un año le dió por romper todos los vidrios de la e.asa con la pelo- ta. de foot ball que le habíamos regalado y al reñirlo yo, se me enfrentaba cada vez con esa iSuf iciencia del que ·Se siente · dueño de dinero: -"¡Yo pago!" ... y con mayor entusiasmo seguía la hecatombe de los vidrios de todas las mamparas. Has- ta ·eso recordé ese 16 de octubre, extrañando sus malacrianzas y palanganadas, pues recuerdo que cuando se trató de pagar los vidrios, ya no tenía un centavo en Bl bolsillo. La hermosa ca:sa que ocupaba la Legación ,en la calle Callao, constaba de varios pisos y en el tercero estaban insta- l·adas las oficinas. A menudo Alfredo en el día tenía que su- bir y bajar esas escaleras por nimios motivos y varias veces le había pedido a Augustito le hicie:se el favor de traerle lo que necesitaba, pero el muchacho con mucha soberbia le con- testaba cada vez: -"No soy su sirviente". Alfredo fastidiado, se prometió cobrársela. Pasados unos días, don Augusto Durand y Dyer recibió un gran sobre lacra.do con sellos y el Escudo del Perú; ostentan- do la palabra: "Oficial".' Sorprendido el muchacho lo abrió y quedó pasmado al ver que desde Lima, ·en debida forma y con todos lo.s requisitos del caso, se le nombraba "Secretario del Primer Secretario, don Alfredo G. Pradan. La nota agregaba. al final: "con sueldo de seis pesos mensuales". Encantado, en- t:eñó a todos su nombramiento, exigiendo entrar en las funcio- nes de su cargo, desde ese mismo momento.

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