Mi Manuel

- 433 - Al llegar a J uliaca, parado el tren, vieron venir desde le- jos un jinete soberbiamente montado: nuevo centauro, hacía pareja con e.l precioso animal, afanándose en llegar antes que partiera el tren. Logrado su objeto y aproximándos·e preguntó: --"¿Es verdad que viaja con_ustedes el hijo de don Manuel Gonzál8z Prada ?" Al contestarle que sí, el mismo muchacho llamó: -"Prada te busca un señor". . . Alfredo asomándose a la v·entanilla reconoció al doctor Francisco Ohuquihuanca Ayu- lo, amigo de Manuel, quien pocos años antes nos había visi- tado en Lima y bajando del tren el muchacho se acercó a salu- darlo. El recién llegado era el prototipo de esa raza indígena de pura sangre, de la que tanto imbécil s·e· avergüenza hoy tener en las venas; muy hermoso, de. facciones perfectas, podía ser- vir de modelo para personificar un tipo de novela. Acercándose a Alfredo le dij o cariñosamente: -"Al saber que venía usted, he andado dos días, a caballo para darle un abrazo y le diga usted a don Manuel que no lo olvidamos" ... Era en efecto un luchador convencido; abogado e inteligen- tie, su ideal era despertar al indio de 1su letargo, formar hombres que valiesen por sí, luchasen por su libertad. Un tipo en fin instruído y consciente, dedicando ·su vida a esa noble labor. Ya el tren iba a partir; despidiéndose y espoleando a su caballo pronto desapareció, dejando a los muchachos admira- dos como ante una aparición fantástica. Ya nada interrumpió ·el viaje hasta llegar a Puno, donde el principal atractivo fué ir a conocer el lago Titicaca a po- quísima diis.tancia de la ciudad. Allí vieron a los indios nati- vos usando unas canoas de totora y otras hechas de una sola pieza cavadas en troncos de árboles. Hasta les 1 brindaron un paseo a la orilla opuesta ya tierra boliviana, en unos va- porcitos que hacen el viaje; pero al no ir todos, ninguno acep- tó separarse de sus compa.ñeros. Por fin emprendieron el re- greso a Lima, muy satisfechos y agradecidos al doctor Our- 1etti por haber innovado esas, excursiones, que deberían for- mar parte del programa de instrucción, despertando en los jó- venes el interés y hacerles ver la necesidad de conocer a su pro- pio país.

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