Mi Manuel
- 430- ¿cómo quedarían sus pequeñuelos, si acaso él desaparecía? ... Sin contestar a mi juiciosa advertencia, nos tendió la mano v se fué. El infeliz iba a ser una de las primeras víctimas; ~-1 llegar a Francia, lo mandaron al frente. y murió a los pocos días. Yo, completamente anonadada, recordaba las .do.si guerras que ya habían atravesado mi vida; la del 70, dejando rastros imperecederos y las del 79 con los chilenos; en ambas, viendo triunfar los enemigos de mis dos patrias, igualmente desgracia- das. También materialmente repercutían en Lima los atrope- llos de Europa: desaparecía la libra de oro, reemplazada por el billete fiscal; e.scaseando el dinero al declararse la moratoria en los bancos ; encar8ciendo la vida. Como cada tragedia tiene siempre su lado jocoso, gentes que en su vida habían junta- do un solo centavo, tomaban el nuevo pretexto para no pagar: -"Como están cerrados los bancos. . . no puedo cumplir con usted", decían con tono muy serio sin que nadie pudiera pro- testar. Terribles eran las noticias, pues1seguían entrando los ale- manes, sin ser aún detenidos. Manuel al leer cada mañana los cablegramas, muy callado se reconcentraba en sus tristes pen- samientos; yo estúpida, al leerlos también, no tenía más con- suelo .que llorar; entonces. Manuel cariñosamente y sin hablar, me alcanzaba su pañuelo para enjugar mis lágrimas. Como esto se repetía todos los días, Alfredo acabó por tomarlo a. bro- ma: -"Papá consolando a mamá". . . .e imitándolo me pasa- ba muy serio su pañuelo, al fin haciéndome reír, siendo segu- ramente lo que se proponía el muy bandido. Yo viví.a en un estélJdo· de continua excitación nerviosa, lista a pelear con todos los. que me- parecían simpatizar con los alemanes. Recuerdo que Juan Pedro Paz Soldán dueño de un periodiquillo "La Ultima Hora" vino a pedirle colaboración a Manuel. Lo conocíamos desde muchacho, su padr.e. era tdon Pedro (Juan de Arona) antiguo y gran amigo de Manuel. Al oír- lo hablar, me pareció entender que estaba a favor de los ale- manes y al aclarar mis dudas me· contestó cínicamente: - "Los aliados no pagan, sólo a los alemanes se les puede sa- car plata". . . Sin contestarle tuve la prudencia de levantarme y .salir de la sala en señal de protesta. Si me quedo, acabo por
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