Mi Manuel
- 422 - Por supuesto no salió más "La Lucha", no habiendo don- de imprimirla, pues apelaron hasta el Ministro de, Francia pa- ra que le prohibiera a Carlos Prince publicar nada contra el Gobierno. Tampoco podíamos utilizar ninguna otra imprenta; ya teníamos experiencia de los asaltos de la policía y destruc- ción de talleres de1sde la época ide Gáceres y Piérola. Manuel se dedicó entonce 1 S· a escribir el libro que más tar- de Alfredo publicó en París (1933) "Bajo el Oprobio" sien- do otra vez y hasta más que nunca de actualidad .ahora, al escalar de nuevo el poder Benavides, de1s:pué.s del asesinato de Sánchez Cerro. Uno de esos días por la noche, acabándose de ir ·1as1últi- mas visitas que venían numerosas a felicitar a Manuel por su valeroso ataque de "La Lucha", tocó la puerta un señor des- conocido, diciéndonos. su nombre. y presentarse e.orno amigo: -"Siento traerles una mala noticia, pero he considerado sr,r un deber mío venirles a avisar: he sabido de manera segura, que hay orden de prisión contra usted, don Manuel". Le dimos las gracias y se retiró. Manuel se rió del aviso, incrédulo como siempre; yo bas- tante fastidiada y nerviosa se lo conté a Alfredo, cuando lle- gó más tarde. Algo intranquila me a,costé pensando en las palabras de este señor, hasta que al fin me dormí. Serían las dos de la mañana, cuando un fuerte ruido nos despertó a Alfredo y a mí: -"¿Has oído?", me\ gritó él desde su cuarto, siguiente al nuestro. -i"Sí, le contesté. ¿Qué será?" Por supuesto Ma- nuel que tenía el sueño de un niño, no había despertado, ni sentido na.da ; pero Alfredo y yo seguíamos alarmados, pensan- do por supuesto en el aviso de esa misma noche y cada uno juzgó prudente levantarse y vertirse. -"Siento algo extraño en ·el ambi·ente, como si hubiesen invadido los. techos, me dijo Alfredo, voy a ver en la puerta de calle". Y salió por la sala. Pm fin con el ruido de voces y abrir de puertas, despertó Ma- nuel preguntándome lo que rsucedía. Le conté de ese gran rui- do y en eso volvió Alfredo: -"Papá levántate, creo que vie- nen a tomarte, pues la calle está tendida de cachacos, vístete bien, estos bárbaros te llevarían hasta en calzoncillos". . . Ma-
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