Mi Manuel
- 416 - el mismo gesto significativo su amigo Raúl Rey y Lama empleado en el Ministerio de Gobierno y compañero suyo e~ la Universidad. Tampoco quiso quedarse atrás Germán Gutié- rrez, ,secretario de Manuel en la Biblioteca, renunciando el car- go junto con su jefe. Varios 1día:s demoraron en reisolver a quien debería Manuel entregar la Biblioteca continuando él a ir todos los días por no perjudicar al público oerrándola, ni tampoco hacerse res- ponsable de lo que pudiera suceder al abandonarla. En ese sen- tido de nuevo pasó nota al Ministro de Instrucción, hasta que se deci.dieron nombrar a don Carlos Romero, Director interi- no, el más caracterizado y antiguo de los empleados. Fué un verdadero alivio vernos libres; de todas esas preo- cupaciones que en lo.s últimos tiempos habían alterado la tran- quilidad de nuestra vida habitual. Mientras, continuaba agitado el ambiente, recorriendo constantemente las canes fuerza de caballería, rifle en mano, listos a intervenir a la menor alerta. Don Víctor Larco Herre- ra rico hacendado y conocido filántropo fué apresado y lleva- do a la Penitenciaría por ser simpatizante de don Roberto Le- guía. Hubo protestas por las calles; lo:s. universitarios se adhi- rieron a ·ellos gritando, dando "mueras a Benavides". Por su- puesto Alfredo estaba con ellos y tal vez vigilado especial- mente por la policía, pues un soplón le intimó se callase. El excitado por la misma imposición gritó más fuerte y pronto una bala rozándole la cabeza, le chamuscó el pelo 1sin herirlo, felizmente. En ,el acto sus compañeros lo rodearon para defenderlo, pero entre cuatro soplones, a viva fuerza lo empujaron me- tiéndolo a un coche, logrando subir también algunos amigos. Esto ocurrfa 1en la calle de la Pileta de la Merced. A toda carrera se lo llevaron a la Comisaría del Cuartel Sexto, telefoneando luego con la Prefectura de Policía, reci- biendo la orden de que lo trajesen otra vez al centro, separán- dolo de sus compañeros. Todo esto pasaba sin que s upiéramos nada nosotros, has- ta que esos, mismos amigos, encabezados por Goyburu nos vi- nieron a avisar. -"Por el momento no hay más que esperar", nos djjoeron, volviéndose a ir y ofreciéndonos regresar a traer noticias.
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