Mi Manuel

XXXVII LA RENUNCIA En pocos días habían sucedido graves acontecimientos que iban a marcar otra ·etapa en la Historia del Perú: de nuevo sus cuartelazos militares, sus ws·altos al poder con mano ar- mada y luego su desbordamiento de todos los abusos, hacién- donos retroceder a treinta años1atrás. Ya hablaban de las orgías en Palacio para celebrar el triunfo; y confundidos por el mismo vicio todos los grados entre j efe.s y :soldados. Ya Manuel ·sublevado contra el nuevo régimen militar, resolvió renunciar y nos lo comunicó a Alfredo y a mí; los dos le aprobamos contentos. de que aventara a la cara de sus enemigos, esa Dirección de la Biblioteca por la que le reprocha- ban haberse vendido; habiéndola aceptado por no faltar a su palabra y proceder contra la intimidación de los que no eran sus amigos. El 18 de mayo, mandó Manuel su renuncia al Gobierno; seca, terminante, sin más palabras que las estrictamente nece- sarias para manifestar su deci1sión de no servir a un gobierno militar. El Ministro de Instrucción al recibir la nota de Manuel le pidió confidencialmente que la retirara, ofreciendo quedar secreto entre los dos su gesto airado; pero ante su negativa y al convencer·se de la inutilidad de su ruego, no aceptó la re- nuncia, pero lo destituyó. ¡Mañoso proceder jesuítico retrué- cano!, provocando a risa, preguntándose todos a ¿quién en- gañaban con es.o? Por supuesto el mismo día que Manuel, también renunció Alfredo su puesto en el Archivo de Límites, acompañándolo en

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx