Mi Manuel

- 401- Hasta que también se presentaron ante Manuel pidién- dole la misma promes 1 a, invocando su antigua ·amistad con Palma. -"Yo no soy amigo del señor Palma",: les contestó Manuel. -"Y aceptará usted la Biblioteca, si se la ofrecen? - "¿Por qué no?", les confirmó Manuel secamente. Se retira- ron furiosos, comprendiendo que éste era el ·enemigo listo a enfrentarse a ellos y ya pensaron en la manera de vengarse de él. Efectivamente, antes Manuel había sido amigo de Palma, yendo a menudo a la Biblioteca a consultar libros y a veces conversaban; pero cuando su discurso del Polite,ama, Palma lo había atacado anónimamente en "El Comercio". Eso de anó- nimo en Lima es muy relativo, pues nunca falta quien prego- ne el nombre de su autor: no hay secreto para los caji1s.tas, pues conocen la letra de todos los que escriben. En ese "Comunicado" le reprochaban a Manuel, "predicar odio contra los chilenos, hacer revivir espíritu de venganza, en lugar del generoso olvido que. debía ya unir a los enemigos de ay.er" . . . Tal vez defendía causa propia 1su autor ya que. le debía el puesto a Iglesias quien firmó la paz con los chilenos. Pero nadie creyó tampoco que un sincero agradecimi,ento mo- tivara tanto celo; los jóvenes intelectuales de entonces pensa- ron que fuese pura envidia contra Manuel al verlo aplaudido y aclamado; ellos lo defendieron acribillando a Palma de "balas explosivas" que mucho le ardieron al pobre señor, "de- fensor de los chilenos". Lo1s llamó ' 'la Jauría de Prada" reprochándole azuzarlos, incitándol es a !adrarle. Era falso, Manuel no intervino en nin- gún sentido; pero no volvió a ir a la. Biblioteca ni se saluda- ron ya por la calle, terminando así la relativa amistad entre los dos. Lo raro fué que ahora, entre los defensores de Palma, es - tuviese uno de los que más lo había atacado antes; ya se ve, el interés es el que guia 1a los canallas y le convenía atacar hoy al amigo de ayer. Fué el primero en ir contra Manuel pu- blicando en ' 'La Prensa" un artículo en que decía "dudar mu- cho de su competenc]a para dirigir la Biblioteca". Por supues-· to era anónimo como siempre, esa a.rma ,de los viles y firma- ba: "Un viejo lector". No faltó un cajista que por simpatía a Manuel, nos trajera el original, diciéndonos su nombre; en

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