Mi Manuel

- 392 -- sua.dirlo de su negativa.; es que para los dos la palabra ''con- veniencia" no existía ·en nuestro vocabulario y mucho menos en nuestra mentalidad. Una tarde en que esfahamos con unas cuantas visita 8 lle- garon do1s señoritas, preguntando por Manuel. Presentándose ellas mismas, una le preguntó si no la conocía de nombre por ser colaboradora de "El Ltwero", donde publicaba sus versos. Por supuesto le era completamente desconocida. Por último v con mucha satisfacción le entregó a Manuel un cuaderno d~ sus composiciones, rogándole que se las corrigiera. Ida;s las dos señoritas, todos alabaron a la poetisa, ponderando su ju- ventud y su hermosura. -"Pero es horrada", agregué yo, con mucha verdad y cierta malignidad, lo confieso. Días después .se presentaba una nueva señorita, hermana de un conocido escritor de crónicas amenas de "El Comercio" amiga de la poetisa, queriendo entregar a Manuel treinta soles para que le hiciese el favor de correr con la publicación de. esos ver·sos y le escribiera el prólogo a dicho libro. Por supuesto le expliqué que esa suma era sumamente ínfima para imprimir un libro y ella argumentó que le bastarían pocos eJemplares. Yo comprendí que era completamente ignorante en la materia, ex- trañándome por ser su hermano casi del oficio y le seguí expli- cando que cuando más, esa suma alcanzaría para un solo plie- go. Muy perpleja quedó la señorita, por fin se levantó, lleván- dose su dinero. Al otro día volvía la poetisa, viniendo a saber lo que le ha.- hían parecido a Manuel sus versos. Esa vez no intervine yo, dejándolos solos a los dos en la sala durante más1de una hora. No sé que tanto leyeron ni discutieron, ni siquier.a me rebajé a. aguaitarlos por el visillo de la mampara, pero cuando Manuel regresó ví que parecía algo empavado. Al otro día por el corre.o, llegaba una carta dirigida a Manuel que por supuesto leí, pues entre los dos no existía se- c1·eto epistolar y me s,abía autorizada para hacerlo. En esa carta la misma s·eñorita le volvía a hablar de la publicación de su libro, dándole las gracias anticipadas, ofre- ciéndole en pago "todo" lo que "deseara 11 • Mucho me chocó la amJJigüedad de ese pago y a la verdad me iba pareciendo ra- ro el asunto. Además le acompañaba su retrato, rogándole lo incorporara al libro.

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