Mi Manuel
- 391- lo aquellos que han trabajado y luchado en algún partido y visto de cerca esas envidias rastreras, ·ejercidas entre los que se dioen "compañeros". Fué muy cordial la entrevista de los dos antiguos amigos basada en la común estimación del uno al otro. Largo .rato habló don Germán, antes de decirle a Manuel el ve.rdHdero m_o- Uvo de su visita, dándole quejas retrospectivas y lejanas ya, pero aun sangrantes, amargando sus viejos recuerdos. Al fin abordó el motivo de su vi:sita., pidiéndole a Manuel dirigir el Colegio de Guadalupe. Sin responder en el acto, recapitulando mentalmente las exigencias del cargo, acabó Manuel por rehusar. Muy desagradablemente rs.orprerndido quedó don Germán, insistiendo nuevamente en que aceptase; pero fué inútil. "¿ Có- mo podría l·e dij o Manue1 1 ir contra todas mis ideas, a dirigir un colegio reglamentado bajo la férula de un capellán, obli- gando a los alumnos a confesarse y comulgarr' Se rió don Germán de lo que llamó "los escrúpulos de don Manuel", sin reflexionar tal vez, en que no dependía de· una sola voluntad, burlar las leyes establecidas; l&s1mismas Cáma- ras pudiendo botarlo al violarlas.-"¡ Cuánto lo sentirá mi pri- mo !n ... fué su última palabra al darle la mano y retirarse. En realidad para Manuel no había sido una sorpresa el ofr.ecimiento del doctor Leguía y Martínez; días antes un joven amigo, en nombre del Ministro Manuel Vicente Villarán había venido a "sondear" a Manuel para 1saber si aceptaría la direc- ción de ese mismo Colegio de Guadalupe. El ofrecimiento no ·había sido "oficial", sino amistoso, ·sabiendo el Dr. Villarán la estimación que Manuel le guardaba, por haberse portado con todo valor y caballerosidad al acompañar a Leguía en su "vía cmcis" por las calles, quedando a su lado, expuesto a recibir las befas y ,salivazos con que los pie:rolistas miserablemente lo uHraj aron a cada paso; :Manuel que no prodigaba sus alaban- zws, al otro día le había mandado al Dr. Villarán una tarj.eta ele folicitación. Para cualquiera habría sido tentador el puesto de Direc- tor de Guadalupe: espectable situación, buen sueldo, casa en un hermoso local y todos los respetos debidos· al honroso car- go. Pero nada de ersto tentó a Manuel ni a mí, puedo decir con todo orgullo, pues ni una sílaba salió de mis labios par:a di-
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