Mi Manuel

- 390- Parece que 1en un tiempo este bendito hombre andaba muy perplejo, cavilando en resolver un grave problema: to- das las mañanas antes de salir contaba prolijamente sus bu- rros, sin olvidar por supuesto, en .el que iba montado y al lle- gar a su trabajo siempre le faltaba uno. Por la tarde al vol- ver al corral los contaba de nuevo, constatando que estaban completos. Esta intrincada cuestión tenía muy preocupado al pobre hombre, tS·in quererlo consultar con nadie por temor de que se burlasen de· él y continuaba vigilando sus burros en in- terminable r·ecuenta. Aun largos insomnios le costó la indescifrable enigma, hasta que un día descubrió lo que ocurría: al pasar junto a un cerco vivo que reemplazaba la;s tapias de barro seco, vi.ó a uno de los burros agacharse y deslizariS-e paulatinamente entre las ramas. Allí pas!aba descansando todo el día, entre los ma- torrales, mientras sus congéneres trabajaban. Por la tarde al pasar de nuevo sus compañeros, el inteli- gente ,animal volvíase a unir 1a ell0is 1 , regresando todos juntos al corral. Desde ese día se acabó 1e1 "dolce farniente" pues buenos latigazos cayeron en sus pobres lomos; de 1 spués, plenamente satisfecho, 1el hombre le contó a Manuel, "las mañas del ocioso burro". Una tarde se presentó a casa el señor César Elguera, Ofi- cial Mayor del Ministerio de Gobierno, de parte idel doctor Ger- mán Leguía y Martínez ·SU Ministro, pidiendo a Manuel le seña- lara hora para entrevistarse con él. Muy intrigados quedamos Manuel y yo preguntándonos de ¿qué podría tratarse? Don Germán era amigo de Manuel desde la formación de la Unión Nacional y uno de sus fundador.es 1 ; pero durante nuestra ida a Europa el Comité Directivo lo ha- bía separado del Partido "por no pagar cumplidamente su cuo- ta mensual". Mucho se había disgustado Manuel 1al saber la mezquina medida del Comité, pareciéndole un indigno proce- der, el alejar a una persona honrada y de reconocido mérito, por el sólo hecho de no tener dinero. Este y otros varios casos de inexplicable agresividad ha- bían ocurrido durante nuestra aus·encia. Pero ¿quién puede tSaber nunca el fondo de intrigas y venganzas personales, ejer- cidas bajo falsos pretextos en una corporación política? Dígan-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx