Mi Manuel
- 388 - tración, nunca. lo int.errumpía, siendo él las más veces quien en silencio me pedía un beso, acercando sus labios a los míos ta:l vez como recompensa que se daba él mismo, al termina; una estrofa o el párrafo de un largo discurso. Era pues, nues- tra vida una continuada cadena de cariño, ya leída en los ojos o expresada con tiernos besos.
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