Mi Manuel

- 384 - En Cajamarca y en Ayacucho también, apar,ecían periódi- cos independientes, en lucha abierta con el clero y el gobierno sufriendo pe~siecusiones de ambos. ' Manuel completamente ajeno a la política militante de las mezquinas alianzas, que sobre todo se ocupaban en hacerse la guerra, trabajaba lejos de ellos, aglomerando ·esos escritos que más tarde Alfredo había de publicar, desmintiendo a los per- versos reprochándole a Manuel ser "un ocioso". Habías e cambiado de Presidente sin que se suscitasen dis- turbios y José Pardo trasmitido el poder a Augusto Leguía su antiguo Ministro. Aunque el "traspaso" se había verificado sin a.parientes protestas no todo 1 s 1 quedaron contentos, y el 29 de mayo al principiar la tarde, unas ·extrañas e inexplicables ca- rreras de coches y carretas por la calle, nos sorprendieron jus- tamente en momentos que los tres parados cerca de la mam- para de la sala, Alfredo disponiéndose a salir, 1s·e despedía de nosotros. -"¿Será revolución?", dij o Alfredo, pareciéndonos una ·simple broma, sin siquiera oír el equivocable ruído de cohetes, como tantas veces, nos podía hacer creer que fuesen ha.las. A los pocos momentos llegaba Gamarra viniéndonos a con- tar lo que sucedía: Isaías Piérola el hijo mayor de don Nicolás el eterno revoltoso, junto con un grupo de amigos, matando al centinela de la puerta, habían entrado por sor- presa a Palacio y sacado a Leguía a la calle, para obligarlo a 1·enunciar. En ese momento seguía aún el paseo, sin preveer como acabaría la tragicomedia.. Gamarra rse fué otra vez en busca de noticias, Alfredo in- contenihle salió también, para ir \a ver lo que ocurría. Pocas horas después regresaban ambos a referirnos. las diferentes peripecias de la tarde: sacado Leguía, befado y ul- trajado por los pierolistas casi arrastrado hasta la Plaza de la Inquisición, sjn que conrsiguiesen firmase 1 su renuncia. Avi- sado el Estado Mayor, llegó un pelotón de soldados fieles y dando de tiros, huyeron los pierolistas despavoridos; libre ya Leguía regresó a Palacio aplaudido y acompañado por los circunstantes. Anticipando los a.contecimi·entos, reconoceremos que esa efectiva energía admirada por todos, le costó después al país

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