Mi Manuel

- 364 - Desde sus primeros e.studios en la Universidad el curso de su preferencia fué el de Literatura; allí se encontró fren- te a los autores favoritos de la biblioteca de Manuel; de aque- llos que desde los doce años había foj eado las obras y hasta aprendido de memoria largas estrofa:.s que alternando con Ma- nuel, recitaban los dos en voz alta: Campoamor, Espronceda. Becker eran sus favoritos, este último sobre todo, '811contrán~ dolo un día sollozando enternecido al leer sus famosas "Ri- mas". También supo Alfredo de la enojosa obligación de conse- guir "copias" o textos personales manuscrito 1 s, que cada pro- fesor se creía obligado de confeccionar e imponer a sus discí- pulos. Algunos llegaban a comprarlos a sus compañeros de los años anteriores, pero los más tenían que copiarlos ellos mismos. Así pasó, con Alfredo y para evitarle ese trabajo ím- probo, entre Manuel y yo nos dividimos la tarea de copiarlas. Largas horas, durante varios días, estuvimos como nue- vos colegiales y constatando que eran un cúmulo de dispara- tes garrafales; unos por la mala traducción del profesor, fra- ses tomadas tdel francés· que seguramente no sabía; otros sin duda, por errores del alumno que los había copiado sin en- tenderlos, lo cierto es que resultaba un fárrago inextricable.- "¡ Pobres¡ muchachos, decía Manuel, tener que llenarse la mo- llera de tanta imbecilidad ... ajena!" Por fin concluímos la pesada · tarea y Alfredo tuvo sus "copias propias"; sin dud~ las regalaría el año siguiente a algún compañero, que nun- ca se imaginaría poseer autógrafos de Manuel y míos por añadidu~a. Mientras Alfredo daba sus primeros pasos en su vida de hombre, Manuel continuaba siempre su labor en el sendero que se había trazado. De nuevo vino don Pedro Solari a pe- dirle su colaboración pa1~a festejar el 20 de septiembre de ese año y esa vez aceptó Manuel, sin tener yo que intervenir. Su conferencia versó como era natural en esa clásica fecha, so- bre "Italia y el Papado"; la ·señora Dor:a Meyer que también tomó parte a la fiesta habló sobre el mismo tema; pero c9sa rara y que no me expliqué, pues ambos fueron muy aplaudi- dos, a pesar de estar en completa contradicción de ideas, co- mo aun puede leerse ahora mismo en la "Revista Masónica" de· aquella época en que ambos fueron publicados.

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