Mi Manuel

- 363 - ca. Fué un mes de continuo paseo no solamente en el mismo San Regís con la familia y 1sus hijitos, sino a todas las hacien- das de los alrededores. Allí comprendió por primera vez lo que. era llevar el apellido de su padre, pues hasta el más ínfimo propietario lo conocía, gracias a la profusa difusión de la "In- tegridad" leída en todo el departamento de lea. Visitó a esos hermanos Félix que ya conocía por haber- nos visítado en Lima, le hicieron probar los. productos de sus bodega1s 1 ; algo traidores por ser los vinos dulces los que más le gustaban y le subieron pronto a la cabeza, pudiendo ape- nas sostenerse· en el caballo al salir : -"La primera mona de mi vida y sólo la inteligencia de mi caballo pudo dirigirme en el camino", contaba muy ensoberbecido de su hazaña, después. Por supuesto menudearon las cartas por ambos lados: él contándonos de sus pa;seos, nosotros lo que lo extrañábamos; hasta que terminaron las vacaciones y volvió a Lima. Tostado nos llegó como un verdadero cholo, quemado por el generoso .sol del valle de lea. Muy agradecido al señor Mar- chand y a la familia Turpeaud que tan bien le habían aten- dido. Ya se acercaba el dí.a de entrar a la Universidad de San Marcos y tomar contacto con los que iban a ser sus compañe- r.os. Allí encontraría sus verdaderos. amigoiS 1 y sus futuros ri- vales de profesión, por no decir sus enemigos. Tampoc.o le iban a 1ser simpáticos todos los catedráticos; muchos envejecidos entre los claustros del vetusto edificio, con sus vicios: y sus. roa.ñas a cuestas, para adular a los hijos de los magnates del poder. Para Alfredo todo fué interesante en ese nuevo ambiente batallador y revoltoso, en que se la llevan burlándose y criti- cándose unos a otros. Ya pronto tuvo su grupo de amigos y sin haberlos visto nunca los reconocí a todos, cuando un día vinieron a casa; adi- viné a Jorge Belaochaga por su continuada sonrisa benévola Y sacerdotal como me lo había descrito Alfredo; a J. B. Goybu- ru por rubio y buen mozo y a Carlos García Gastañeta por la mirada punzante de sus ojos granadillos. Lo raro es que ahora mismo, pasados largos años de la vida, son todavía sus mejores amigos, aquellos a quienes no se olvida nunca.

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