Mi Manuel

- 361- pareció a todos; pero prescindiendo de su físico. ¿Qué perro no es simpático a esa edad? Llegó a acaserarse tanto con nosotros que al llegar la no- che hora de partir con su ama, había encontrado la maña de venirse a esconder debajo de rni traje. Por rnás llamada1S· y amenazas: "Terrible" no se movía. -"Déjelo no rnás, se ha- brá dormido por algún rincón", le decía Alfredito, a quien di- vertía mucho la sabiduría del animalito. Y la rnuJer sin insis- tir se iba dejándolo. No bien oía cerrar el callejón, salía de su escondite a correr y jugar de nuevo con Mignon, admirán- donos mucho su astucia, haciéndonos cada vez sus cómplices.· Luego al ·Saber el rnal trato que le daba ·en su casa el marido de la cocinera, borracho y pegi:tlón, de pura lástima lo compré cuando rne lo ofreció en venta la mujer. Ya mío, lo bañé y lo peiné a diario: le creció la lana y se puso lindo el animal. -"¡Cómo asienta el cariño ... hasta a los perros!' ' ... , decía Gamarra al v.er -esa transformación. Naní lo llamarnos y junto con Mignon, su compañero in- separable, fueron nuestros engreídos. La única sombra que opacó la amistad de los dos amigos fué la pena de Mignon al ver a Naní salir .a la calle con nosotros, quedándose él en casa. Aunque aquí en New York hay quienes salen a la calle con sus gatos a pasear, en Lima no han llegado todavía a ese grado de civilización; no digo los gatos, sino la gente. Ya pronto iba Alfredo a terminar sus1estudios en el Insti- tuto de Lima. Un año antes había muerto el director doctor Licher y lo .había reemplazado Monsieur Bonnet de nacionali- dad belga, profesor de matemáticas que también los padres de familia habían hecho venir a Lima. De año en año habían seguido desgranándose sus compa- ñeros de clase: de unos treinta que eran en la famosa lista de "Alumnos de la VI", que imprimió el primer año; ya eran pocos los que terminaban 1SU1S· estudios junto con él, como cons- taba en la fotografía que sacaron antes de separarse, rodean- do a Mr. Bonnet: Sebastián Salinas, Augusto Legufa, Alberto Y Augusto Barreda Laos, Carlos Gadea y Alfredo. Ya estaba felizmente cumplida la primera etapa antes de empezar el definitivo e.sfuerzo para luchar en la vida. Había sido mi continuo afán estimular a Alfredo en sus estudios a pesar de 1as repetidas burlas de algunos, Gamarra entre otros

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