Mi Manuel

- 357 - En vano habrían trabajado cuantos infelices, sacrificando otras fructuosas ocupaciones, para: 'Ser víctimas de una farsa, de un abuso indigno. "¡Cosas del Perú!" ... , repetía Manuel, con tono despectivo. Entre los fieles amigos diré, para distinguirlos de los que padecían retirados temporales, igual a ciertas fiebres intermi- tentes, inherentes al clima de Lima, recuerdo a Pedro Rada y Paz Soldán. Muy honrado, profesor de Historia en varios planteles, ocupaba el resto de su tiempo en estudiar y escribir textos para .esos mismos colegios. De: una memoria prodigio- sa en la que cifraba toda su vanidad; cuando venía a casa, a menudo se hacía examinar por Alfredo, quien libro en mano, se entretenía en preguntarle fechas y hechos hi1stóricos, con- testando él, siempre con admirable exactitud. También Rada formaba parte del Genáculo de "La Idea Libre" de aquellos que escribían en ella y se juntaban de no- che a discutir y a corregir las pruebas de 1 sus artículos. Aun- que libre-pensador, tenía Rada tendencias muy marcadas a creer en lo sobrenatural y los compañeroiS· conociendo el lado débil de su espiritualidad o de su imaginación diré más bien, lo embromaban a ratos, "tomándole el pelo", como dicen en Lima, para expresar cierta burla familiar e inofensiva. El principal de la calle de San Antonio, ocupado por la imprenta, constaba de un gran salón dividido por secciones: al .entrar, lo que se podía llamar el escritorio ; en el fondo, es- taban las máquinas y demás accesorios del taller para caj ear y preparar el periódico. Tod0is: estos detaHe·s nos dieron al referirnos ",el caso de Rada" al que mucho tiempo embromaron haciéndole creer que "penaba". A nuestro amigo Rada le reprochaban cierto achaque del que también 1solían padecer muchos hombres eminentes: Ed- .gard Poe, Paul Verlaine, \por no citar más y nos decían volver- se muy majadero, hasta batallador, en esas 1 especiales oca- siones. Una noche para aburrirlo, se 1le ocurrió a uno de los ami- gos 1 esconderse en el fondo del taller y desde allí tirarle tipos, que al caer a su alrededor lo pusieron muy nervioso. Simula- ron buscar y no encontrar a nadie, acabando por decir que

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