Mi Manuel

- 353 - pumosas olas, que venían a morir casi a nuestros pies. Alfre- dito correteando por la orilla se entretenía en tirar piedras que el perro se afanaba en coger, hasta que de repente una olea- da lo arrastró al mar. Sólo nos dimos cuenta al oír sus gritos de "¡se ahoga Cu- cho!" y verlo llegar angustiado hacia nosotros. Sin más Ma- nuel se quitó el saco para irlo a salvar, mientras un señor que pr·esenciaba la e:scena se lanzaba a sacarlo del mar. Al poco rato salía con el perro exánime en los brazos. Lo pusimos bo- ca abajo para que devolviese el agua y volviendo en sí a los pocos minutos, se nos escapó de las manos, huyendo como lo'- co hacia los cerros que allí se prolongan en larga cadena. El valiente salvador -era el doctor don Manuel Gómez Ve- lásquez quien al oír los gritos del muchacho entendió "Lu- cho" ·se ahoga y creyendo que era otro hijo nuestro, había ex- puesto su vida para salvarlo. Le dimos efusivas gracias mien- tr-as Alfredito ·seguía corriendo tras el perro, que continuaba su desaforada carr·era por los cerros. Manuel y yo también tratamos de alcanzarlo; pero a me- dida que nos veía acercar, más se alejaba de nois.otros, como vuelto loco en un interminable correr, huyendo sin cesar. Ya dadas las siete, envueltos en esa espesa y fría neblina que subía del mar, ni ·el camino veíamos a nuestros pies, te- niendo que abandonar el infeliz a su mala. suerte. Regresam0is: a Chorrillos y fuímos a la Comisaría a dar las señas del perro y nuestra dirección, ofreciendo recompen- sa si acaso lo encontraban. Al otro día Manuel amaneció muy ronco, bastante res- fríado y aunque quiso acompañarnos otra vez a La Herradura, por nada :se lo permitimos, partiendo solos Alfredo y yo, en busca de nuestro perrito. Al subir el "Salto del Fraile" nos encontramos con don Santiago Pope gran amigo de Gamarra, quien todo el año vi- vía en 1su rancho al pie del mismo cerro, llamado el "Alto Perú". Le contamo~. lo sucedido y se ofreció en acompañarnos. En vano volvimos a escudriñar entre las rocas y caminos del rededor, a andar por todos los lados llamando a voces. En la tarde nos regresamos otra vez solos, lo mismo que la vís- pera.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx