Mi Manuel

. - 350 - Durante largos días de angustia seguimos las continuas fluctuaciones del termómetro en sus repetidas subidas, hasta que una noche marcando cerca de cuarenta grados, yo deses- perada, Manuel ;decidió volverlo a bañar. Fué una idea salva- dora, pues desde entonces fué declinando la fiebre y justo a los veintiún días desapareció por completo. "El caso clásico sin la menor complicación", nos decía el doctor Flore·s, mu; satisfecho, de haber escapado de las temibles complicaciones que suelen sobrevenir; pero estaba ·esqueletizado mi pobre hi- jito, muerto de hambre: atenido al régimen de leche. Esos días de convalecencia fueron de much0is 1 engreimientos como des- quite de todos los 1sustos pasados; allí desplegué toda mi cien- cia ·en prepararle los finos bocados. Nunca le ví saborear con más placer el rico "purré" como decía él, de papas amarillas, lo primero que le dejaron comer; luego el famoso dulce "no es nada" pPeparado por Nicolasa, viniendo expresamente ·Isa- bel para "gozar" en vériselo comer. Pronto pudo salir a la calle, a pasear con Manuel, mientras Isabel y yo, le preparábamos las sabias dietas de las que ella sola poseía el secreto; al volver las devoraba con hambre ca- nino el pobrecito ... Por mucho tiempo nos quedó presente, después. de su en- fermedad, esa impresión de desquite al 1s 1 entirse "renacer .a la vida", borrando no solamente los malos ratos pasados, :sino hasta encontrando placer en recordarlos. Volvió Alfredo al colegio; Manuel a sus libros y a sus lu- chas, escribiendo para los periódicos que lo solicitaban; yo, otra vez tranquila y feliz en medio de ellos. Una mañana paró un coche en la puerta y dos jóvenes bajar\)n. -"¿Es aquí la casa de González Prruda?", pregunta- ron al sirviente que justamente regaba las plantas del patio.- "Bueno, ya volvemos", le contestaron lacónicamente al decirles que sí. Y al poco rato volvieron. Eran los hermanos Félix, naturales de Chincha admira- dores de Manuel; le traían de regalo una damajuana de vino y un hermoso pavo. No ;Se podía rehusar esa muestra de afec- to de parte de quienes tan 1sencillamente lo expresaban. Les dimos las gracias: era un riquísimo vino dulce, producto de su propia hacienda del que junto con ellos tomamos, brindan- do a su salud.

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