Mi Manuel

XXX JOSE SANTOS OHOOANO Chocano fué en un tiempo el más asiduo en venir a casa~ disimulando el gran interés de obtener un prólogo que Manuel esquivaba de darle. Como verdadero cortesano, todo puso en juego para conseguirlo : fué amable conmigo y hasta con Alfre-· dito; al encontrarlo solo por la calle lo llevaba casi por la fuer- za donde Baudrot a convidarle bombones. Recuerdo que al oír la lectura que Manuel le hizo de su prólogo, yo sentada en frente de los dos, ví la cara de Ohocano iluminarse de alegría. al oírlo, meneando la cabeza y aprobando muy satisfecho las. alabanza1s de Manuel como al gran poeta que en verdad era,. pero cuanto "arrastró la púrpura de su alma", ese indigno poeta ... Logrado su objeto después de esa embestida a fondo, nun- ca volvió a pisar la casa, siendo el más miserable de los ingra- tos: a sueldo de Romaña para defenderlo en un periodiquillo el "Intransigente", no hubo número, según nos dijeron, (pue1s Manuel nunca leía esa prensa abyecta) en que no lo atacara tratándolo de loco, propinándole los mayores insultos. Muerto Manuel y años después, cuando asesinó a Elmor,e y salió del Hospital de San Bartolomé, publicó un libro tergiversando fra- ses de Manuel aplicándolas a su caso y en su defensa; quiso entonces venirme a visitar y a la persona que me trajo el re- cado le contesté: -"Avísele a ese miserable, que si viene, le es- cupiré a la cara". . . no vino, lo siento; pero al fin un chileno le dió su merecido.

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