Mi Manuel

- 340 - nomanía en ese hombre, atacarlo a usted: ,está obcesionado de su recuerdo" ... , nos dij o Manuel A. Ríos, amigo suyo y nuestro. "Más que todo debe ser el remordimiento que desgarra su con- ciencia" ... le respondí yo. "La Plaza de Armas". Quiero dedicarle un recuerdo especial a este lugar donde al llegar a Lima, fué nuestro primer paseo con mi papá, al estar a dos pasos del Hotel de Europa donde estábamos alojados. Allí tuvo lugar nuestro primer contacto con la vida limeña en sus fiestas de Pascua y 28 de Julio con sus típicas "Noche buena". Luego después, viviendo en la calle de las Mantas fué nues- tro paseo cotidiano. Alrededor de la Pila del centro, pegadas a la reja del jardín, miércoles y sábados ponían sillas para los que asistían a la "retreta" y allí sentados, veíamos pas,ear grupos de muchachas elegantes, pues era moda en ese tiempo. Y cuanto más agradable en verano, al estar florecidos los he1·moso1s magnolíos que rodeaban la Plaza, llegándonos la fragancia de sus flores. Años más tarde, el señor Piérola., en una noche, los hizo cortar todos; esa valiente hazaña costó diez mil soles al erario y privó a todos del encanto de su sombra y perfume; pero probó a todo Lima la mágica rapidez con que se ejecutaban las órdenes del "Protector de la raza indígena". De.spués de conocer a la familia Prada, muchas veces veía- mos pasar al "tío de Margarita" que muy ceremoniosamente se acercaba a saludarnos, entablando larga conversación con nos- otros. Luego ya casada., también fué nuestro paseo en las noches de luna, sobre todo; de brazo, muy juntos y a las robaditas, sin que nadie nos viera, nos dábamos un beso. A nuestro regreso de Europa, ya con Alfrcdito también mu- chas veces solíamos ir; él apostaba carreras con Cucho, reto- zando los dos, mientras que sentados vigilábamos sus evolucio- nes. Uno de sus juegos favoritos era que le tapáramos la cabeza al perro, mientras Alfredito se iba lejos y deisde allá le pegaba un agudo: "¡Cucho!" ... El perro ya ·suelto esperaba la segunda llamada para orientarse y luego partía como flecha a alcanzarlo sin nunca Bquivocarse de dirección que por supuesto Alfredito cambiaba cada vez.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx