Mi Manuel

- 336 - Oreo que Manuel no aprobó la comedia, le hirió ver a su hijo humillarse y llamar "Señor" a un triste "cachaco" por ser ellos tan injustos con sus propios hermanos y por eso eran para él, tan despreciables; pero él tuvo la culpa al no corregir- lo como lo n1erecía. En cuanto a Alfredo, cuando años después yo le recorda- ba la cómica escena, el muy sinvergüenza me reprochaba "ha- ber abusado de su inocencia". El gran paseo de Alfredito durante unos meses anteriores ' había si:do ir donde su tía I:sabel para montar un caballo que había en su huerta. Ella nos contó tenerlo desde el año 95 y ser de la ,esposa del Prefecto de Lima en tiempo de Oáceres la . ' señora Costa de Ferreyros muy amiga suya. Al triunfar Piérola, sus dueños habían huído a Puno a re- fugiarse en su hacienda, dejándole el caballo para que se lo guardara. A pesar de estar muy d~scuidado el pobre animal, se le veía ser de raza fina, además de inteligente, según nos contó Isabel: En esos tristes días de la entrada de Piérola a Lima ha- bían que.dado cuatro mil muertos tendidos •en las calles; pero los heridos habían sido mucho más numeroso1s•, faltando don- de aJsilarlos. Fué entonces que Isabel ofreció su casa para hos- pital de sangre. Allí acogió a todo herido que le trajeron sin distinción de bando político, valiéndole acerbas críticas de par- te de algunas matronas limeñas que le ayudaban a asi1stirlos; llegando hasta el extremo de retirarse la señora Juana A. de Dammert al hacer alarde de su "puro" pierolismo. Aunque casi abandonado en la huerta durante los primeros días después de la revolución, no le faltó de co- mer al caballito, pues en ella abundaba más el grama.lote y otros pastos naturales" que la buena fruta de otros tiempos. Pero animal engreí-do, extrañaba a la gente y al sentirse olvidado, se presentó a la puerta de la cocina que !daba de "plein-pied" a la huerta. Primero asomó cautelosamente la ca- beza y poco a poco se arriesgó a entrar, al ver que nadie se le oponía. Nada le dij o efectivamente la cocinera, la bonísima Nicolasa al verlo y el animal tomando mayor confianza siguió avanzando.

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