Mi Manuel
- 333 _.:_ Recuerdo que un día vino Gamarra a almorzar, como acos- tumbraba a menudo y al hablar de política le dij o "de la necesidad de ciertas alianzas para triunfar". -Manuel co- mo siempre le repitió que nunca se uniría a nadie sobre todo con quienes había atacado, comprendiendo que se re- fería a Guillermo Billinghurst, antiguo demócrata, gran amigo de Piérola al que había ofrecido dejar el poder y lo había bur- lado imponiendo a Romaña. Esas simples palabras de Manuel parecieron impresionar mucho a Gamarra, contestando con la voz entrecortada de emoción: -"¡Ya sabré lo que debo ha- cer!" ... Muy amenazantes me sonaron esas palabras del has- ta entonces amigo y fiel discípulo de Manuel, que siempre lo había acompañado ·en todas sus luchas. Aunque después, si- guieron conversando tranquilamente, me dí cuenta de que traerían graves consecuencias esas palabras.- "¿No te fijaste con el tono serio, que te contestó Gamarra? le dij e a Manuel, se me ha puesto que no volverá" ... Bien pronto s·e confirmaron mis pronósticos; no ·sólo no volvió Gamarra, sino que se unió a los del "Comité Central" de la Unión Nacional para aceptar la alianza propuesta por el Partido Liberal, acabado de fundar. Augusto Durand, joven abogado y rico hacendado de Huá- nuco, había acompañado a Piérola en su revolución del 95, com- batiendo a su lado, llegando al grado de coronel y entrando con él triunfante a Lima. Piérola, ingrato e inconsciente como siempre, al no cum- plir ·sus promesas defraudó las esperanzas de sus amigos, quie- nes unieron sus rGncores y formaron entonces un nuevo "Par- tido Liberal", encabezado por el doctor Durand. Muy combativos y ávidos de triunfar, ofrecieron alianza a la Unión Nacional para atraerse a esa juventud que rodeaba a Manuel y sabían gozaba de simpatía en to:do el país. Estos del Comité de Lima a su vez, acogieron la proposición con mu- cho entusiasmo, vislumbrando ya la posibilidad de cercanos provechos; por lo pronto, puestos bien remunerados: Alberto Secada ·entraría de secretario de Durand y Gamarra a ser ad- ministrador de "El Liberal", órgano del Partido. Sólo les faltaba la aprobación de Manuel que sabían no quería unirse a ningún Partido, como lo había dicho siempre Y menos con esos liberales de nuevo cuño, a quienes había ata-
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