Mi Manuel

- 332 - para el agua bendita". Nos hizo gracia la frase burlona del sa- cristán del que conocíamos las aficiones. Desde entonces cuando veía llegar a Manuel, con aire com- pungido y socarrón, :se le acercaba diciéndole: -"Señor, esa perra está penando, necesita más agua bendita" ... y Manuel sjmulando estar también convencido, le daba otro sol. Meses después nos deshicimos del Negro por ser cada día rnás abusivo con mi pobre Blancucho. Además, en la ve- cindad había un zapatero remendón, de donde, calda vez que ese Ne.gro bandido lograba salir a la calle, nos traía triunfan- te algún zapato robado. No lo notaba el pobre hombre y las. sirvientas estaban pendientes para devolvérselo antes que lo destrozara; pero temíamos que alguna vez lo pescara y con su chaveta, el arma ruín de los discípulos de San Crispín, eje- cutara venganza en el travieso animal. · Se lo dimos al señor AJsín, cobrador del gas, que. lo co- nocía 1desde pequeño; casado y sin hijos nos pareció un amo ideal, para este pobre Negro abusivo y ladrón. No por estar ocupados en nuestras faenas "editora;s" ' habíamos abandonado nuestros acostumbrados paseos de los jue.ves en que Alfredo no tenía colegio. Partíamos temprano para regresar al atardecer llevando fiambre que Martina, mi ahijada coronguina, se hacía un placer de llevar, con tal de venir con nosotro:s. Nuestro ya único perro Blancucho, del que Manuel había abreviado el nombre, quedando en Cucho, tam- bién nos acompañaba en nuestras excursiones a los alrededo- res de Lima y balnearios. A veces íbamos por el lado de Ohosica, siguiendo los rie- les del tren, otras hacia Amancaes haciendo paseana en la huerta de Isabel al pasar. A menudo nos dirigíamo:S1a la Mag- dalena o a Miraflores y a.un hasta La Punta, almorzando en la mitad del camino a la sombra de algún sauce. ¡Qué buenos aquellos tiempos!, siempre juntos y con nuestro seguro cariño, nos bastábamos los tres para ser felices. Pas 1 ado el primer año de la presidencia de Romaña, ocu- rrieron graves idis 1 ensiones entre Manuel y la Unión Nacional. Desde algún tiempo él notaba de parte de los señores del Co- mité, ciertas tendencias de acercamientos a otros partidos, a pesar de saber que Manuel fuese opuesto a ellos, como lo ha- bía dicho públicamente en diversas ocasiones.

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