Mi Manuel

- 28 - A mí en el colegio, las monjitas seguían tratándome con mucho cariño, convencidas de que yo no tarda.ría en seguir la suerte de mi pobre hermana. Yo sentía muy bien la conmisera- ción que les inspiraba y hasta en las miradas de mis condiscí- pulas leía la triste perspectiva de mi próximo fin y en mi ino- cente conformidad, me tenía lástima a mí misma. Lleé1Ó la época de las vacaciones y como todos los otros años, regresamos las alumnas a nuestros hogares. Esa vuelta a mi casa me puso frente a la realidad, ante el completo vacío dejado por e.s-a.s dos ausencias, que en sí eran la vida de mi pro- pia vida. Entonces mi papá se dió cuenta de que era necesario cambiar de ambiente; que el unir nuestras dos tristezas no se- ría 1sino aumentarlas y se decidió partir a París a reunirnos con mi hermano. Bien triste fué nuestra partida de los dos solitos; últimos rezagos de la numerosa familia que éramos antes; él abruma- do, bajo el peso de la responsabilidad de asumir todas las cargas indispensables a mi pequeña vida; yo, llevada como un paque- te que tras1adan, sin siquiera consultar su propia voluntad. Y llegamos a París llevándome directamente a la Ru~ de la Bruyere donde habitaba su hermana. Mi tía, a pesar de su genio algo arisco me recibió con cariño, diciéndome que iba yo a ocupar el sitio de ·su hija Adriana muerta ya y en recuerdo de la que me habían puesto el mismo nombre. Se acercaba la época en que todos los años partía ella para Vichy a hacer su cura en esas aguas termales· y se ofreció a lle- varme consigo. Mi papá aceptó gusto.so, pensando que le sería más fácil viajar sólo con mi hermano, del que eran también las vacacio- nes, para un simple paseo de dos meses. Por una de esas casualidades a que la suerte parece arras- trarnos, en lugar de ser nosotros que la dirijamos, mi tía demo- ró unos días 1 su salida de París, de manera que mi papá y mi hermano terminaron sus preparativos d:e viaje, antes que no- sotras hubiéramos partido. Recuerdo el repentino gesto dr.cidido de mi padre y el tono cariñoso con que me mandó alistarme para ,salir con él. El mismo, más tarde, me contó que en el último momento, no había tenido valor de separarse de mí: ese :sencillo y repe.n- tino arranque de cariño, cambió todo el rumbo de mi vida ...

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