Mi Manuel

- 311- devota de los padres descalzos. Conversando confidencialmen·- te las do.s amigas, Isabel le aconsejó hiciese su testamento a fa- vor de los santos padres·; pero tenía sobrinos la buena señora y ·siendo tímida, temía los reproche.s y hasta sus seguras re·- presalias si llegasen a saber que los había desheredado. En- tonces Isabel la tranquilizó ofreciéndole poner a su lado a las AntaJdillrus que la cuidarían, sin dejar acercar a los angurrio- sos parientes. . . Y así hizo su testamento a favor de los frai - les ante un notario prudente y ·silencioso, sin que se entera- sen los sobrinos. Eran buenas mis amigas y cumplieron con todo empeño su misión, rodearori a la iSeñora. de cuidados, mimándola, lo- grando conquistar su corazón. Después de tres años de acom- pañarla cayó enferma la señora y cediendo al impulso del ca- riño que les había toma.do , mandó llamar al notario don Car- los Sotomayor y con la ayuda del doctor Luciano Cisneros , hi- zo ante ellos un nuevo testamento bien reforzado y legalizado a favor de las Antadillas. En la misma casa de la Coca vivía la 1 señora Teresa Rosas de Guis.e, tamhién muy devota y ami- ga de Isabel quien como buena vecina aguaitaba tras de los vi- sillos la vida ajena; se dió cuenta de que algo nuevo ocurría allí y sobre todo cuando vió salir al notario. En .el acto infor- mó a Isabel por el teléfono, pero ella. con su orgullo nativo no se rebajó a interv.enir personalmente, sólo avisó a los padres quienes no tuvieron iguales escrúpulos. Apurado iSe presentó un fraile a la casa, exigiendo se le dejara ver a la enferma. Era el mismo padre González, el antiguo confesor de la señora quien alejando a todos, penetró solo en el dormitorio.- ¿Qué le dij o y qué pasó entre los dos? nadie lo supo, pues no hubo testigos de la entrevista. Al poco rato 1 salió furioso el fraile sin dirigir la palabra a nadie, aventando mamparas y puertas. Al entrar de nuevo al dormitorio -encontraron a la enferma con el rostro lívido, los oj o.s espantados ya sin habla. Llamado e] doctor Zapata mé<lico de la casa, no pudo sino constatar que la infeliz había sufrido un gran susto, y difícil de preveer sus consecuencia·s . . . En efecto no reaccionó y pronto sobrevino la muerte, quedando las Antadillas únicas dueñas de la gran fortuna de la señora Dolores Aeta. Por supuesto esto motivó .el completo rompimiento de mis amigas con Isabel y levantó gran escándalo entre el cotarro

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