Mi Manuel

- 308 - sacas tú con atraerte el odio de todos?i'. -"Una gran satis- facción, le contestó Manuel, la de cumplir un deber". . . Calla- do quedó 'el amigo, r-eflexionando sin duda que si la religión católica tiene ,sus mártires, pueden también tenerlos, los de ideales opuestos. Efectivamente no tardaron en realizarse los pronósticos de esos amigos y una tarde s·e presentó don Marcial Elguero con solicitud inexplicable de parte de quienes 1 lo mandaban, avisán- dole que .esa misma noche vendría una poblada a atacarlo en su propia casa. Manuel no se quiso mover, a pesar de los rue- gos de Gamarra y otros amigos que también supieron el próxi- mo alevoso ataque, ni tampoco a mí me pudieron convencer de alejarnos Alfredito y yo, ya que Manuel no accedía a sus rue- gos. Por nada consentí en abandonarlo en esos, momentos de peligro, par·eciéndome necesaria mi presencia como un escu- do moral par.a protegerlo. Ya oímos llegar desde lejos un rumor de voces y choques de piedras, ruídos característicos de toda manifestación calle- jera y de repente dominando ·el bullicio se destacó una voz en un vibrante "¡Viva González Prada!' 1 , que resonó gratamente en mi corazón alarmado. Un instante después el mismo grito retumbó de nuevo en el patio, en lugar de los tiros y pedradas ofensivas que espe- rábamos. Era una avalancha de jóvenes universitarios encabe- zados por Alberto Salomón viniendo a defender a Manuel, al saber que lo iba a atacar 1 el pueblo pagado por Piérola. Ante esa realidad una tranquila alegría reemplazó mi temor. Con todo 1 entusiwsmo como cordialidad, de uno en uno se acercaron a Manuel a darle la mano que él emocionado les ten- día. Pequeños, resultaron el patio, l1a sala y el comedor para con- tener a los espontáneos manifestantes quienes venían a def e11- der "al hombre que por primera vez en el Perú hablaba la ver-· dad" . .. (sic) . Gamarra y vario1&compañeros de la Unión Nacional reci- bían sus firmas, agradeci 1 endo también ellos la manifeistación de afecto dada a Manuel. Alfredito ·algo sorprendido, pero encantado de verse tan rodeado, iba de uno a otro co.sechando los halagos de todos.

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