Mi Manuel
- 3Q7- dejando al tiempo cumplir solo su obra, como sucedió efecti- vamente, diez años después, en que por fin amistaron, según nos dijeron. Olvidando por un rato sus querellas personales se r eunió el Comité Dire.ctivo de la Unión Nacional, acordando p edirle a Manuel les 1señalara de nuevo el camino que debían seguir. Accediendo a ese deseo, él se propuso exponer la mala labor de los gobiernos del Perú desde veinte años atrás y sus debe- res frente a la actualidq,d. El dos de Agosto, en el local del partido, tuvo lugar la con- ferencia. Todos ,sus amigos acudieron a oírlo r ecibiéndolo en- tre aplausos de nuevo impresionados por su porte digno y sen- cillo como siempre. Luego empezó la actuación. El secretario del Comité J. Maradiegue subió a la tribuna para darle las gracias por haber venido y le cedió la palabra. Duras como son siempre las verdades, caían de una en una sus frases lapidarias en medio del silencio general, causan- do espanto al oír juzgar tan crudamente a los sucesivos gober- nantes del Perú, incluyendo a Piérola. Fué un ataque general a todO's, llevándose de encuentro a cornstitucionales y demó- cratas: simples nombres para designar los diferentes grupos, pero sin ninguna diferencia de doctrina, ni de ideas entre ellos. Y durante largo rato siguió exponiendo el triste cuadro de esos g,obiernos que sólo p erseguían el interés propio y de sus alleg.ado1s, a.provechando hasta de los vicios del pueblo pa- ra ganar su voluntad y su sil encio. Todas esas verdades y mu- chas más dij o ante ese auditorio mudo y atento en 1 escucharlo, hasta que t erminó y lo volvió a aclamar frenéticamen te . Aun vibr.antes bajo la impresión de sus cálidas palabras y comentándolas Bntre ell01s, lo acompañaron hasta la casa, vi- vándolo a ratos, volviéndolo a aplaudir. Al llegar, haciéndo- me partícipe de 'SUS ,entusiasmos me felicitaron a mí también, sabiendo el interés que yo · tomaba en sus luchas. Sin embargo algunos amigos, timoratois aunque leales se asustaron de su atrevida franqueza, temiendo represalias con- tra su persona. Monseñor Obín siempre 1sincero, a pesar de ser. completa- mente opuesto en ideas, lo reprendía amigablemente: -"¿Qué
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