Mi Manuel

- 305 - largo de la casa, lleno de plantas; el corral donde criaríamos gallina·s y volvimos al patio de afuera, a que se fijara en la frondosa madreselva que cubría el zaguán: los1granaditos, la yuca, viejos testigos de nuestros amores, todos vivos aun per- sonificando el pasado. Muy animada pasó la tarde en medio de los que venían a darnos la bienvenida, en un continuo y renovado entrar y sa- lir, inacabable. Desde el siguiente día empezaron a darle a Manuel deta- lles sobre la política; Gamarra en su ardiente patriotismo y si- guiendo infiltrando gota o gota en su "Integrida;d", las ideas de la Unión Nacional; fué el más afanado en contarle a Ma- nuel todo lo sucedido en esos ·siete años de ausencia, en que sólo por cartas y periódicos nos habíamos enterado de los acon- tecimientos. Desde ar~.te:s de partir presenciamos los abusos de Morales Bermudes; luego supimos de Cácer;es asaltando de nue- vo el poder, exasperando al pueblo; todo había contribuído a que Piérola fuese victorioso en el 95, co.stando cuatro mil víc- timas su triunfal entrada por Cocharcas. El pueblo, el eterno niño, olvidando su fracaso frente a los chilenos, su vergonzo- sa fuga, ante el invasor; de nuevo aclamaba al responsable de la derrota, con su renovado grito de "¡Viva Piérola !" Al tomar de nuevo contacto con la vida nacional y consta- tar la ciega a:dulación qu:e tributaban al autor de tantos ma- les, volvió a renacer el espíritu combativo de Manuel, creyen- do ser su deber alzar de nuevo la voz cuando la Unión Nacio- nal queri·endo despertar el e.elo de los vacilantes, juzgó necesa- rio hablara de nuevo Aquél que desde el Politeama, supo lle- gar al corazón de todo el Perú. Durante su estadía en Europa Manuel dedicado al estudio había profundizado sus conocimientos, pensando ahora divul- gar al pueblo esas enseñanzas. En él no había ambición personal, ni deseos de mando; como nuevo apóstol quería sólo despertar e iluminar a las ma- sas inconscientes. Yo comprendiendo la pesada tarea que se había impuesto, con todo cariño lo acompañaría en su ardua labor. De nuevo volvieron los amigos de antes, despertando inte- rés las doctrinas que él se proponía difundir. Sin embargo mu-

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