Mi Manuel

XXVII OTRA VEZ EN LIMA Cuando llegamos al Callao y el vapor empezó a echar an- clas, Alfredito .se alocó, yendo de un lado a otro queriendo ver de cerca todos los detalles de la interesante maniobra; en una de esas carreras tropezó con un cable y cayó de bruc.es , dejan- do en el suelo uno de .sus dientes. -"¡Qué feo voy a parecerles a mi tío y amigos!", 1exclamó, en un primer grito del coriazón. Bien pronto olvidó el mal percance, di1s.traído por otros traba- jos y la gritería de los numems.os lancheros que llegaban nu- merosos, pareciendo querer tomar de asalto el vapor: -"¡La escuadra peruana!" ... , gritó un ('loustic" sin duda chileno, riéndose todos de la picante e hiriente broma. Era realmente algo chabacano y humillante, ver esa. mul- titud de lanchitas sucias y oír sus llamadas intercaladas de in- terjecciones groseras, en ,su lucha de conseguir pa;saJeros pa- ra llevarlos a tierra. Nosotros esperábamos a nuestros amigos que no tarda- rían en llegar. Manuel .sereno y tranquilo, con energía más re- templada que nunca para enfrentarse a .sus enemigos, siempre . los mismos hoy que ayer. Yo, con todo mi orgullo de madre, con voluntad en formar de mi hijo un "Hombre", contando sobre todo con su propia inteligencia para seguir las huellas de su padre. Muy cordial fué el recibimiento que nos vinieron a hacer nuestros amigos; don Abelardo Gamarra en primera línea con mi hermano, incansables en admirar a mi hijito; satiis.fecho el

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