Mi Manuel

- 282 - Ea habían admirado a la linda chica, la engreída de su padre~ que más tarde se había de casar coi1 su primo Fernando, hij 0 de doña Rafaela y del profesor de Buen, como me dijo el mis- mo al volverlo a ver en París en 1936. ' Al aproximarse el primero de novienibre, quisimos ir a ver ·representar Don Juan rrenorio, que según es costumbre, los tea- ·tros dan especialmente este día. Con anticipación compró Manuel Jos boletos, temiendo la gran afluencia de gente que nos avisa- .ron asaltaba la taquilla a la última hora. Pref"erimos ir en "ma- tinée" para llevar a Alfredito, afanado en acompañarnos. Ocupamos la primera fila de asientos de platea; tal vez el estar tan cerca del escenario contribuyó a que viéramos de- masiado el deterioro de su ornamentación, sobre todo ·el ves- tuario de los actores, que tenía el lamentable aspecto de trapos viejos y aguj ereados: la capa de don Juan al abrir los brazos, parecía un cielo estrellado donde superabundaban los· planetas do primera magnitud, por la cantidad y tamaño de huecos que se percibían en ella a través de la luz. El mismo actor a lo me- jor de la declamación, en el momento más patético se inte- rrumpía tranquilamente, para lanzar al suelo un escupitajo, con toda la destreza adquirida por una inveterada costumbre. Mucho nos sorprendieron esos feos detalles en el "Teatro Español" el primero de Madrid, centro de los mejores actores, con la más afamada entre ellO's: María Guerrero, que hacía el papel de doña Inés. Ya habíamos notado esa falta de "tenue" en otros teatros de España, atribuyéndola al mismo público mal educado y abu- sivo que se permitía hasta interpelar a los artistas en la esce- na, interrumpiendo la actuación. rrambién constatamos los numerosos plagios de las can- ciones y piezas francesais·, copiándolas íntegramente, cambiando sólo el título sin siquiera anotar s·er traducciones. En el último año de nuestra estadía en París, vimos representar "Les 28 j ours de Olairette" y mucho nos sorprendió verlo textual e ín- tegramente representado en Madrid bajo el nombre de "El Húsar". Por supuesto no hacíamos esas reflexiones durante la re- presentación de Don Juan Tenorio, por el contrario, escuchá- bamos con mucha atención el desarrollo del drama, gozando

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