Mi Manuel
- 280 - tificarlo, quien dándose cuenta de la malignidad, dejaba can- tar al chico sin darse por ofendido. Por .supuesto nosotros asistíamos callados al torneo de los dos rivales, viendo con cierta satisfacción que las preferencias de la dama s·e marcaban muy a favor de don Joaquín, pare- ciéndonos muy cercano el día de obtener toda su "confianza" ... El pobre cubano se retorcía de despecho: padecía de ataques de bilis, llegando ciertos días a la mesa trasmudado y cabizba- jo, pudiendo seguir en su semblante, pero a la inversa, los pro- gresos del triunfo de su rival. Como desquite, para disimular y hacer reír a los· demás, empezó a enamorar a doña Matilde, haciéndose el gracioso; l~ recitaba versos amorosos, ofreciéndole bocaditos, soit disant exquisitos. La pobr~e .señora tomó a lo serio la broma; ('es increíble lo fácil que es engañar a las pobres cincuentonas) y recuerdo una tarde al salir juntas-, pasando delante de la iglesia de Ca- latrava por más señas, me preguntó exabrupto: -"¿Oree us- ted que me quiere el coronel?". . . Así lo llamaba siempre di- ciéndolo con engreído mimo. Muy desprevenida me cogió la pregunta, siéndome penoso mentir y más cruel aun el desen- gañarla. Evadí contestar preguntándole a mi vez, si se casaría ella con él:-"¡ Preferiría un arreglito !". . . me contestó con sencilla ingenuidad. A todo me esperaba yo, menos a esa p·e- caminosa franqueza y al llegar a casa l e conté a Manuel. J un- tos nos reímos de la inesperada respuesta, .sobre todo de ella que se decía tan desengañada rde la vida y declarándose ahora tan fuera de prejuicios. Ya todas las noches, pasadas las doce, uno de los mayor- domos nos servía el té con "mas-itas" y dulces; el coronel ex- tremando su galante broma seguía sus engañosos amoríos con mi crédula amiga :-"Otro bocadito doña Matilde", le repetía y sin que ella viera, escupía al dulce por todos los lados, antes de ofrecérselo, suscitando la risa de los demás·. La pobre ino- cente le aceptaba todo y con gran disfuerzo le decía :-"Deme uno más seco coronel, así los prefiero" ... Yo sublevada lo lla- mé a un lado y lejos de ella le reproché su asquerosa broma de incalificable proceder. Nada me contestó; creo que había perdido un poco el juicio el infeliz, al no poder digerir sus
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